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Jamás se repondría de la repulsión que le causaría la historia de aquel primer matrimonio si se la revelaba ahora, después de haber guardado el secreto tanto tiempo. Y la joven, pensaba Godfrey, sería un objeto de repulsión para ella; la sola presencia de Eppie le sería penosa.

Pero vos no sois culpable del robo de la criatura: ¿VERDAD? Vamos, Mathys, os lo suplico, no me dejéis en esta penosa duda: ¿vaciláis aún? No qué responder. Me parece que estoy soñando.

La impresión que recibió fue penosa: dando al olvido las inquietudes inspiradas por la conducta que Félix observaba respecto a ella, pensó en que ya no vería cerca de al primer hombre en quien creyó hallar algo como una promesa de felicidad.

Pues eso es todo lo que ella quiere. Tarlein, que estaba enamorado, comprendió mejor la penosa situación en que yo me veía, y sin decir palabra puso la mano sobre mi hombro. Sin embargo prosiguió impasible el viejo Sarto, creo que esta noche debe usted declarársele. ¡Santo cielo¡ exclamé. O poco menos. Y por mi parte mandaré a los periódicos una nota semioficial.

Sin querer, sin apercibirme, repito á mi mujer varios letreros que me acuden á la memoria, y sin querer tambien aquel recuerdo me entristece. Esta tristeza que experimento tiene una historia que seria muy larga de contar; muy larga y muy penosa. ¡Cuántas ilusiones nos forjamos! ¡Y qué caras nos cuestan algunas ilusiones! ¡Qué triste es á veces ver la realidad! ¡Ay!

Creí deber expresar sin retardo á mi vecina, el pesar que sentía en haber evocado torpemente recuerdos que parecían agitar de una manera penosa el ánimo de su abuelo. Soy yo quien debe excusarse, señor respondió, por no haberle prevenido que jamás debe hablarse de los ingleses delante de mi padre... ¿Conocéis la Bretaña, señor?

Se decidió á concluir de una vez aquella penosa situación. Señora dijo, yo me retiro. Es preciso que me retire.... contesta ella, y yo también. Vamos. Nos iremos juntos. ¡Usted, señora, usted...! exclamó Lázaro descompuesto. , los dos. Vamos. Señora, usted delira. Eso es imposible. ¡Imposible, imposible! No podemos quedarnos aquí. Es preciso que nos separemos, señora.

Y dice también... prosiguió la santa señora, en un arranque de indiscreta sencillez, dice... que.... Comprendí la inconveniencia de mi tía, y la interrumpí. Tía, ¿qué tal, está bueno el soconusco? Pero ella no me oyó, o no quiso oírme. Dice que si ya.... ¡Tía! exclamé sin poderme contener. ¡Eso no debe decirse! ¡Adiós! ¿Y por qué no? Porque no. Angelina, turbada, nos veía con penosa curiosidad.

Y si alguna vez le parece eso increíble, bástale abrir la ventana y la vista de su tumba le muestra la cruel realidad. »Así se pasa las horas mi pobre tío saboreando las emociones que le causa esta penosa revista.

Estos escrúpulos y temores no se refieren a cosa alguna que pueda menoscabar los extraordinarios méritos de la que elegí por esposa; son cosa pura y exclusivamente mía. Ha llegado el momento de hablar con absoluta franqueza, y de no ocultar idea alguna por penosa que sea para .