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Mi última entrevista con el señor Laubepin fué penosa: he consagrado á este anciano los sentimientos de un hijo. En seguida, fué preciso decir adiós á Elena. Para hacerla comprender la necesidad en que me hallo de aceptar un empleo, fué indispensable dejarle entrever una parte de la verdad. Hablé de dificultades pasajeras de fortuna.

No parece una moza vigorosa, hija de padres obreros. Os sería agradable verla objeto de los cuidados de aquéllos que pueden darle fortuna y hacer de ella una dama. Es más apta para eso que para una existencia penosa, como la que podía tener que llevar dentro de algunos años. Un ligero sonrojo se esparció por el rostro de Marner y desapareció como una luz efímera.

Las demás advertencias, ya lo he dicho, como en Madrid: pocas retóricas, buena moral, escogidas amistades, «el Dios de los pobres» y un buen equilibrio entre la salud del cuerpo y la del alma. Otra variante que se me olvidaba: no fue tan penosa la despedida de la madre en Francia como lo había sido en Madrid, después de encerrar a su hija.

Después de una larga y penosa navegación arribó Villalobos, lo mismo que sus dos antecesores, á la parte oriental de la isla de MindanaoPor ser su costa puerca «dice Fr.

19 Y aconteció que, pasando un día tras otro, al fin, al cabo de dos años, las entrañas se le salieron con la enfermedad, muriendo así de enfermedad muy penosa. Y lo sepultaron en la ciudad de David, mas no en los sepulcros de los reyes.

Un retrato de mujer vino a colocarse por solo bajo su pluma. ¿Qué venía a hacer allí en medio de las victorias de Turena, aquella buena mujercita? ¿Y cuál de las dos era?... ¿Madama Scott o miss Percival? ¿Cómo saberlo?... ¡Se parecían tanto! Y Juan, penosa, trabajosamente, volvía a la historia de las campañas de Turena.

De todos modos el brindis produjo cierta penosa impresión que no logró desvanecer Fuentes, aunque soltó el chorro de sus paradojas más graciosas. Señoras, yo no brindo decía a las que tenía cerca , porque no soy orador.

Ignoraba sin duda lo que era aquello, y quería saberlo a todo trance, porque alargaba la pata como para hacer un reconocimiento de tan misterioso objeto. La curiosidad del animalito interrumpía la audición, que era ya bastante penosa. Feijoo tomó la inscripción diciendo: ¿Pero qué ocurre?... ¿doña Lupe...?, ji ji ji... Todavía sostendrá que yo le hice el amor.

sólo has visto aquello como viajero; además, conoces poco el idioma. No sabes lo que es la vida allá. ¡Si la conocieras!... ¡Si accedieses a venir conmigo! Y en la inconsciencia de su entusiasmo, sin darse cuenta de la penosa impresión que causaba en Ojeda, empezó a hablarle de sus aventuras.

Que no me gustaban las píldoras ni aun doradas. Mal hecho dijo el general. Mal hecho era su torso, señor. Y más sabiendo dijo la condesa que... No acabó la frase al notar que una expresión penosa, como de amargo recuerdo, se había esparcido en la abierta y franca fisonomía de su primo. ¿Es feliz? preguntó.