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No se podía descender de la cima de la montaña de la Torre, más que por un sendero estrecho tallado en la roca, que daba una serie de rodeos. La pendiente del camino era casi menos rápida, pero se necesitaba mucho tiempo para llegar hasta la playa.

A las 5 leguas está una posta, y hasta las 7 y media leguas es buen camino, un poco pendiente, con bosque en el campo. A las 7 y media leguas empieza á bajar el terreno y camino, pero suavemente, hasta las 9 y media leguas de distancia, en donde hay que bajar una cuesta bastante pendiente, y de camino desigual.

En las orejas le pondrían unos pendientes de Carmen que había comprado el espada en Madrid, invirtiendo en ellos el precio de varias corridas. Al pecho llevaría una cadena de oro doble del torero, y pendiente de ella todas sus sortijas y los gruesos botones de brillantes que se colocaba en la pechera cuando salía a la calle vestido «de corto».

Miróla tristemente, esperando en vano que se detuviera ó que con una mirada le anunciase su perdón; pero ella siguió bajando á buen paso el pendiente sendero, hasta que sólo se divisó á trechos entre las ramas su roja toquilla.

Completaban la decoración una enorme espada pendiente del mismo clavo que sostenla un niño Jesús bordado en cañamazo, dos escopetas arrimadas a un rincón, dos guantes y dos mascarillas de esgrima junto a dos pares de floretes, tres maletas muy usadas y un hombre.

Era muy gruesa y además bastante sólida. ¡También ha desaparecido la de proa! gritó Cornelio, que había subido también al castillo. Van-Stael se asomó a la proa y vió que, en efecto, estaba también rota la cadena de la segunda ancla. Sólo había un pedazo de ella pendiente del escobén. El último anillo parecía haber sido roto a hachazos.

Todo el camino ha sido bueno, excepto mas allá de Impira, donde hay un mal paso, muy pendiente y desigual. Los campos son de malos pastos, mucho bosque y árboles, algunos ranchos y demas como lo anterior.

Se le hubiera creído un esqueleto animado de vida, pues se había pintado con tierra amarilla, una especie de ocre, sin duda, las costillas y los huesos. No iba armado; pero en la mano, pendiente de un bastón, llevaba un trozo de corteza de árbol, de un color y forma particular. Los chinos, al ver aquel extraño emblema, palidecieron, murmurando: ¡El wai-waiga!

Como buzo que baja en busca de coral y de perlas al fondo de los mares, hundió su mente en la íntima contemplación de su propio ser, buscando allí la raíz por donde estaba asido y como pendiente de lo infinito. Tampoco así halló nada, sino obscuridad vacía y lúgubre. Volvió el pensamiento de Fray Miguel al mundo exterior.

El albañil quiso hacer de su hijo un arquitecto, y Marcelo empezaba los estudios preparatorios, cuando murió el padre repentinamente, dejando sus negocios embrollados. En pocos meses, él y su madre descendieron la pendiente de la ruina, viéndose obligados á renunciar sus comodidades burguesas para vivir como los obreros. Cuando á los catorce años tuvo que escoger un oficio, se hizo tallista.