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Ya más cuidadoso, comencé a halagarla con mi voz, fingiendo su arrullo, cuando para mi mayor asombro la miro pararse en mis hombros, trayendo pendiente del cuello, con un listón de color de lirio, un billete recogido con delicados pliegues y empapado en aromas de rosas. Merece ser tuya, porque merece el reino de la Arabia, y debes ser suyo, porque eres virtuoso.

Como por rápida pendiente, aunque con suave y apenas sentido movimiento, se inclinó su corazón a no desear sino aquellos coloquios con un hombre en quien hallaba ingenio, discreción y sublimidad en el pensar y en el sentir, hasta entonces no descubiertos por ella en ser humano, y de que sólo sabía por los libros que había leído.

El cleriguillo había perdido su amabilidad; sus ojuelos expresaban el mayor despecho; su labio inferior, masa informe y pendiente, le temblaba por la rabia de la contrariedad y del desengaño. ¿Está lejos esa calle, señor? ¿Está lejos? El cura miró á Clara con desdén, hizo un gesto despreciativo, y entró diciendo: , chica: está lejos, muy lejos.

El capitán Laroque, con el cuerpo encorvado y la cabeza pendiente, continuaba fijando sobre su incierta mirada. En fin, pareciendo hallar de pronto un asunto de conversación de un interés capital, me dijo con voz sorda y profunda: El señor de Beauchêne ha muerto.

El Confianza se deslizaba como una exhalación por la rápida pendiente; la rueda apenas batía las aguas y volábamos sobre ellas; mientras allá arriba, en la casucha del timonel, seis manos robustas mantenían la dirección del barco.

Muchas veces se cierne el ave de rapiña en regiones aun más altas, pero es para viajar de una á otra pendiente de la montaña ó para vigilar la extensión en lontananza y descubrir una presa.

Subía el carruaje de la princesa Flavia el pendiente camino del castillo, con el General cabalgando al estribo y rogándole todavía que volviese a Tarlein, a tiempo que Federico y el supuesto prisionero de Zenda llegaban al lindero del bosque. Al recobrar el sentido me puse en marcha, apoyado en el brazo de Federico, y próximos ya a salir del bosque vi a la Princesa.

Estoy pendiente de esa pobre señorita... pensando en lo que puede sucederle. Y no entiendo de política...; no se ría usted..., no entiendo. Sólo entiendo de decir misa; y el caso es que no la he dicho hoy todavía, y mientras no la diga no me desayuno, y el estómago se me va.... Aplicaré la misa por la necesidad presente.

La impertinente voz de Matilde llamando á su hermana cortó nuestra conversación. Hasta el almuerzo no volvió á salir Enriqueta de su camarote. Mientras duró aquel se habló de distintas cosas, sin que pudiese reanudar la conversación pendiente, pues no bien se sirvió el café se volvieron á la cámara las dos mestizas.

Mientras conservase una bolsa que llevaba pendiente de su cinturón, no temía al hambre ni á la sed. En ella llevaba su provisión de coca, alimento maravilloso para los indígenas, porque da la insensibilidad de la parálisis y suspende el tormento de las necesidades, esparciendo á la vez por todo el organismo un alegre vigor.