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Don Antonio sonrió al hacer doña Manuela la pregunta. ¿Don Eugenio...? No dónde estará, pero de seguro que no ha salido del Mercado. En días como éste le gusta presenciar las compras, y pasa horas enteras embobado ante las vendedoras, aunque lo empujen y lo golpeen.

LIEBRE A LA CASERA. Después de quitada la piel y vaciada guardando aparte la sangre, se adoba con ajo y sal dos horas; luego se frota cada trozo con un paño limpio y se fríen; se agrega perejil, cebolla, un poco de pimienta inglesa, un poco de laurel y el caldo necesario. Cuando está hecha se pasa la salsa, se espesa con yema de huevo y se echa zumo de limón.

Allí, en esa invariabilidad, pasa cada uno tres, cuatro ó cinco horas sin levantarse. Y sinembargo ¡qué admirable movilidad y fecundidad no desplegan todos en sus confidencias, sus noticias, sus discusiones y disputas, sus chistes, anécdotas y epigramas!

Si difícilmente podemos aclarar la verdad de lo que pasa á la luz del sol, y á la faz del universo, poco debemos prometernos tocante á lo que sucede en las sombras de la noche y en las entrañas de la tierra.

Martita, ¿qué te pasa?... ¿Qué tienes? le preguntó todo asustado, bajándose para verle el rostro. Nada, nada..., déjame. ¿Pero por qué lloras?... ¿Te he lastimado?... ¿Te he ofendido?... No, no..., déjame, Ricardo..., déjame, por Dios. Y levantándose del banco echó a correr en dirección de la casa, limpiándose los ojos.

Nuestro militar sabe todo esto; pero sabe también que toda regla tiene excepciones, y que la edad de quince años es la edad de las excepciones; pasa, pues, rápidamente al lado de la niña con una sonrisa, mitad burlesca, mitad compasiva.

Cenamos juntos el Morito y yo; para las diez nos presentamos en la calle de los Doblones. El Morito estaba contento de intervenir en un asunto un poco misterioso como aquél. vigila le dije yo , y si pasa alguno, avísame. Descuide usted me contestó él. A las diez en punto se oyó ruido detrás de la reja; vi una vaga luz, después una falleba que chirriaba suavemente y una persiana que se abría.

Vamos, les pasa a ustedes lo que a mi hija y su marido.... dijo la de Frías. ¡No tanto! ¡no tanto, Pepa! interrumpió Ramírez afectando susto. ¡Pero qué sinvergüenza es usted, hombre! exclamó aquélla tratando de contener la risa, que no cuadraba a su mal humor característico . Se parecen ustedes en que siempre están regañando y haciendo las paces.

Me acerco á él, veo doblarse y erguirse alternativamente los tallos de hierba bajo la argentina gota que pasa: gorjean en torno algunos pájaros, y el césped que baña sus raíces en el agua oculta extiende sus tallos verdes y sus florecillas muy por encima de la hierba ajada de los pastos.

Y la jovencita Helouin por el mismo camino continuó la señorita de Porhoet. ¡Dios mío! ¿qué es lo que pasa? dije, arrojando un grito de sorpresa.