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El jorobado marchaba detrás, satisfecho de no pasar por la humillación de que su hija le tapase, pues a causa de la gran diferencia de estatura así sucedía siempre. Caminaron unos instantes en silencio, escuchando el estruendo lejano del mar que batía contra las peñas y el leve rumor de la lluvia sobre el paraguas.

Cuando salimos yo me tapé perfectamente porque la criada había traído uno para y otro para ella... Pepito nos siguió al descubierto... llovía atrozmente... y yo en vez de ofrecerle el paraguas y taparme con el de la criada, le dejé ir mojándose hasta casa... Pero no fue por gusto mío, Lola... por Dios, no lo creas... fue que me daba vergüenza...

Sale Eugenio á sus diligencias, la lluvia comienza, el paraguas no basta para cubrir al viandante, y en una calle estrecha y atestada de lodo se encuentra Eugenio con un caballo que galopa, sin atender á que los chispazos de fango de sus cascos dejan al pobre pasajero pedestre hecho una lástima de pies á cabeza.

Aguárdese un momento.... Voy a ver si por casualidad tengo yo lo que les hace falta. Y salió con paso vivo de la estancia. No tardó tres minutos en regresar con un paraguas viejo entre las manos. A ver os puede servir la seda de este paraguas dijo . Me parece que es del mismo color.... Castro y Maldonado cambiaron una mirada significativa. Mariana lo tomó ruborizándose.

Con esto colgó de una muñeca el palo pinto, ató al correspondiente brazo las riendas de la cabalgadura, aprisionó el paraguas en el sobaco; y con el pan y el queso en una mano y en la otra una navaja abierta, me dio a entender, con un ademán y una mirada, que estaba apercibido y a mis órdenes.

Una noche, regresando solo por una calle desierta, vi delante de al personaje vestido de negro, con el paraguas debajo del brazo, el mismo que en mi cuarto tranquilo y feliz de la travesía de la Concepción, me hiciera a un «tilín-tín» de campanilla, heredar tantos despreciables millones.

Adiós, señor Osuna, que usted descanse dijo tendiendo la mano al jorobado. Luego tuvo un momento de indecisión: iba a tendérsela a Obdulia; pero turbado por la mirada intensa y extática que la joven le clavaba, la llevó al sombrero y se inclinó gravemente, diciendo: Buenas noches, señorita. Alzó de nuevo el paraguas y salvó de prisa la distancia que le separaba de la rectoral.

Nunca he visto medusa tan grande: parece un gran paraguas dijo. Pues aún las hay mayores dijo el Capitán , y que brillan por la noche como si llevaran en la bolsa una lámpara eléctrica. ¿Son gelatinosas esas medusas? preguntó Hans. Tan extremadamente gelatinosas son, que no pueden conservarse.

Su hermana la había humillado, su hermana se enfadaba de que quisiera tanto al sobrinito. ¿Y aquello qué era sino celos?... Pues cuando ella tuviera un chico, no permitiría a nadie ni siquiera mirarle... Recorrió el espacio desde la calle de las Hileras a la de Pontejos, extraordinariamente excitada, sin ver a nadie. Llovía un poco y ni siquiera se acordó de abrir su paraguas.

El uso del paraguas para preservarse del sol, que mas tarde lo en América, donde se entiende, existe tambien en Lisboa. Otra plaza notable tambien es la de Don Pedro: uno de sus frentes le ocupa un teatro que estaban reparando cuando yo le .