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Deseaban todos que terminase cuanto antes el desfile de los cartelones grasientos. Entre las delicadas criaturas que ocupaban las galerías altas hubo ciertos conatos de desmayo. Las matronas sacaban sus frasquitos de sales para reanimar el dolorido olfato. En el estrado de los senadores se oyó la voz del terrible Gurdilo.

5 Julián y Basilisa, de D. Antonio Huerta, D. Pedro Rosete y D. Jerónimo Cáncer. 6 Los tres afectos de amor, piedad, desmayo y valor, de D. Pedro Calderón. 7 El Josef de las mujeres, de D. Pedro Calderón. 8 Cegar para ver mejor, de D. Ambrosio de Arce. 9 Los bandos de Vizcaya, de D. Pedro Rosete. 10 El amante más cruel y la amistad ya difunta, de D. Gonzalo de Ulloa y Sandoval.

El ser que en San-Gil es mendigo hambriento y lastimoso, en Bethnal-Green es jugador, concupiscente y ebrio, y en White-Chapel se convierte en bandido. No pude tener ni el tiempo ni las facilidades necesarias para visitar con provecho los barrios de Bethnal-Green, White-Chapel y Spitalfields, muy excéntricos y complicados pero vecinos de las extremidades lejanas de la City.

Pero aun aquí la historia llega a nosotros tan envuelta y obscurecida por la leyenda que es casi imposible discernir lo que hay en ella de verdad y de error. ¿La misma mademoiselle no pudo equivocarse? ¿Quién sabe si Tristán sacó el pañuelo para sonarse y a ella se le antojó que era para secarse las lágrimas? Reynoso vio con buenos ojos aquellos amores.

Entre estos dos conocimientos hay una diferencia; porque para tener el primero, basta la misma presencia del alma, que es principio del acto, con el cual el alma se percibe á misma, y así decimos que se conoce por su presencia; mas para el segundo conocimiento dicha presencia no basta, sino que se necesita una investigacion diligente y sutil, y por esto muchos ignoran la naturaleza del alma y muchos erraron sobre ella, por lo cual dice san Agustin en el libro 10 de Trinitate: no se busque el alma á misma como para ver una cosa ausente, sino procure discernirse como una cosa presente; esto es, conocer lo que la diferencia de las otras cosas, en lo que consiste el conocer su esencia y su naturaleza .

Este sentimiento tan vivo como inesperado fué para él una prueba de lo que Cecilia y doña Paula sostenían siempre; esto es, que Venturita era loca, caprichosa y altiva, pero buena en el fondo. Algo se mitigó con tal consideración el sincero dolor que experimentó por la muerte de su madre política.

Vaya, Tocino dijo Aresti; lo que tienes es poca cosa, desaparecerá con el cambio de tiempo. ¡Quejarse así un hombrachón que parece un oso tras esa jaula! Es la buena vida que te das; lo mucho que engordas con lo que robas. ¡Pero qué cosas tiene este don Luis! exclamó el Milord mirando á la tendera, que enseñaba sus dientes amarillos para sonreír lo mismo que el protector de su marido.

Apenas se acordaba ya de las sórdidas alegrías de sus padres, de la sorpresa de sus hermanas, de la violenta oposición del viejo conde, de los plácemes serviles de las vecinas, de las miradas agudas y coléricas de las muchachas de la villa, de los preparativos fastuosos de la boda, del caballo blanco en que salió de su casa para la iglesia.

Para tocar este instrumento, cuyas notas bajas producen un sonido estraordinario, es menester colocarlo horizontalmente y no en direccion vertical como la zampoña ordinaria.

Has venido, ciertamente, de mares muy lejanos; ¿no eres una maravilla para los árboles de ese jardín? Extraña es tu palidez, extraño tu vestido, extraña sobre todo, la longitud de tus cabellos, y todo este silencio solemne.