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Completaba la fascinación del globito de agua un bullido juguetón, en el cual cualquier poeta habría podido oír, con buena voluntad, las risotadas de los niños de las náyades. Mariano puso los codos en las rodillas, las quijadas en las palmas de las manos, y estuvo mirando el extraño surtidor... Dios sabe cuánto tiempo.

Brotaba chispas su espada; relámpagos, su pensamiento. Dominó, coronó, ascendió. Y al caer, rota la frente, en un charco de sangre, hubo irrupción de llamas en el cielo, aglomeración de palmas en la tierra, condensación de recuerdos y sentimientos en el corazón de los americanos. Para llorar a Martí no son suficientes las lágrimas de todos los hombres ni el grito clamoroso de todos los siglos.

El señor Smiles traspasó su establecimiento, yo abandoné mi empleo, y, en compañía de Allen, los tres bien armadas, fuimos a Las Palmas. Aquí alquilamos una goleta, con tripulación y todo, y nos dirigimos al río Nun.

El rey, antiguo amigo suyo y persona excelente, recibe con palmas a los dos viajantes; pero, no bien éstos se lanzan a predicar su metafísica, toda la corte, la burguesía y la gente menuda, se aburre de ellos y los aborrece.

Entre las muchas especies de palmas ya conocidas, que cubren los terrenos mas encumbrados, se distingue una nueva, peculiar á este distrito, donde se cria en abundancia, particularmente sobre los ribazos.

Déjate de tonterías replicó ella apoyando los codos en la reja interior y sosteniendo la cabeza entre las palmas de las manos, actitud de aburrimiento que tomaba siempre que estaba largo rato en el locutorio . ¡Ay, Miquis, esto es morir! Con tu permiso, eso es vivir. ¿Pues qué creías ?... La vida toda es cárcel, sólo que en unas partes hay rejas y en otras no.

5 Y al sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción; y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis palmas al SE

Entonces una propone jugar a la cuerda y las demás acceden batiendo las palmas. Jovita es la primera. Salta, salta hasta que queda rendida y se deja caer sobre el césped, llevándose la mano al corazón, que palpita con la fatiga, no con la agitación insana de las pasiones juveniles.

Ellos han venido á oler y fisgar, para decir luego entre los suyos, no lo que han visto, sino lo que han soñado, ó lo que han querido soñar para escribir una novela y producir un efecto cómico, á expensas de la honra de un pueblo noble y generoso, brusco quizá, inculto tal vez, pero generoso y confiado; tan generoso y tan confiado, que recibe con palmas y olivas á los que le insultan.

A su vez el tercero se arrojó en la balsa, poro no quedaba ya ni una gota de agua. El desgraciado se agitaba inútilmente queriendo beber y humedecer su cuerpo; pero sólo las plantas de los pies y las palmas de sus manos, apretando la arena se humedecieron un poco y adquirieron un matiz ligeramente blanco.