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No exagere usted dijo amostazado el Padre Gracián, observando el mal efecto que aquellas nuevas hacían en Nazaria . Defunciones hay; pero no en tal número.

Hacía más de un mes que había huido de la calle de los Artistas, sin que el padre pudiese averiguar su paradero. Esta fuga no era la primera. Ya sabía Isidro que varias veces había desaparecido, sin que le corrigiesen las palizas que le propinaba al volver. Tenía piel de perro, según afirmaba el señor José. Ni golpes ni consejos habían servido de nada al padre.

Nadie pudo oír lo que yo, encolerizada y embravecida, dije a don Baltasar de Peralta en cuanto, como lo ansiaba, con él me vi a solas; que después de manifestarle que al oír su nombre le había conocido como el matador de mi padre, de mi casa arrojele, amenazándole con mi venganza.

Pero esta mañana... esta mañana supe una cosa más horrible todavía... Supe que tu hermana ha llegado donde no puedo ni quiero decirte. No hay más remedio que casarlos, y cuanto más pronto... Ya sabes por qué me ha dado esta opresión que por poco me mata, ¡y más valiera que así fuese!... Lo mismo tu padre que yo estamos cogidos, tenemos los brazos atados.

Así que, ¡oh Sancho!, entre las tantas calumnias de buenos, bien pueden pasar las mías, como no sean más de las que has dicho. ¡Ahí está el toque, cuerpo de mi padre! -replicó Sancho. -Pues, ¿hay más? -preguntó don Quijote.

Viendo el Padre Lucas que era justa su demanda y que sus corazones estaban tan inclinados á lo bueno, hizo el día siguiente al romper del alba enarbolar una grande cruz, aunque mal compuesta de dos leños toscos atravesados y rodeado de muchos niños, mujeres y soldados hizo oración delante de ella, representando á Dios Nuestro Señor los méritos de la muerte de su Hijo Jesucristo que le recordaba aquella cruz, pidiéndole por ellos no se negase á su piedad paternal y á la grande necesidad de aquellos miserables, enviándoles una lluvia que no le costaría más que una insinuación de su voluntad para ganar aquellas almas por las cuales su unigénito Hijo había derramado su sangre sobre la tierra.

No se rompió un solo vaso a causa de no haberlos, ni se derramaron inútilmente licores por el suelo ni sobre la mesa, por la escasez de aquel artículo. Sería casi media noche cuando fue interrumpida la fiesta. Es preciso callar dijo Federico alzando la mano. Era la quejumbrosa voz de Juanito, desde su dormitorio inmediato. ¡Oh, padre!

Haber amado a una mujer, como mi padre amó a mi madre; tener hijos, como los tuvieron apóstoles y santos. ¿Y qué? El celibato eclesiástico es una invención de los hombres, un detalle de disciplina acordado en los concilios; pero la carne y sus exigencias son anteriores en muchísimos siglos: datan del Paraíso.

Mal sugeto era de veras el tal Azarria, y el bribon mas fastidioso que en toda la isla habia. Quince años tenia quando me envió mi padre á estudiar á Roma, y yo llegué con la esperanza de aprender todas las verdades, porque hasta entónces me habian enseñado todo lo contrario de la verdad, según es uso en este mundo, desde la China hasta los Alpes.

Su fisonomía era tan bondadosa y benévola, que me recordó la de mi cura, aunque no hubiera entre ellas verdadera semejanza. Inmediatamente me sentí atraída hacia él y comprendí también que la simpatía era recíproca. Una parientita, de quien ya he oído hablarme dijo, tomándome las manos: deja que te bese, hijita, he sido muy amigo de tu padre.