United States or Slovenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Paco insistió, sin embargo, con tal brío, hablando de lo importante, urgente y sagrado del asunto que le traía a hablar con el Conde, que el criado, que dió la casualidad de que era su ayuda de cámara, se decidió al fin a llamar al Conde.

Me retiré, pues, y en el corredor, una puerta se entreabrió para dejarme ver el lindo rostro de Presentación y una blanca manecita que me saludaba. Poco después entraba en casa de doña Flora. Después de enterar a la condesa del resultado de mi visita, dije a Inés: Asunción vendrá aquí. Ahora salía con D. Paco. Un momento después, Asunción entró y las dos amigas se abrazaban llorando.

A me daba mucha vergüenza contestarle, pero como a Luisa le había escrito también Paco Núñez declarándose, yo por encargo de ella le dije un día en el paseo: «Paco, de parte de Luisa, que ,» y a la otra vuelta Luisa le dijo a Pepito: «Pepito, de parte de Asunción, que ». Y quedamos novios.

Hasta por amor propio quería a toda costa triunfar de Juanita. Ardua era la empresa, pero él no se la figuraba tan ardua. Juanita había coqueteado con él y le había provocado. Era cierto que, cuando la besó en la antesala, ella le rechazó con furia; pero ¿no fue, acaso, furia fingida porque entró don Paco y le vio entrar ella? Don Andrés dio por seguro que fue furia fingida.

Don Paco, que conoció a Juanita por la voz, contestó con mucha dulzura: ¡Perdona, hija mía! ¿Te he hecho daño? Ella, que también conoció a don Paco en seguida, replicó riendo: ¿Qué daño me ha de haber hecho usted? Pues qué, ¿soy yo acaso de alfeñique? No, hija. Bien sólida y firme me pareces. Si en algo eres de alfeñique, no es por lo quebradiza, sino por lo dulce.

Paco Gómez iba solapadamente de uno en otro grupo apuntando las coplitas más dañinas para que las repitiese en alta voz el que la tuviese más recia.

Muchas veces había pensado el cura en que su sobrino podría ser un buen marido para cualquiera de sus dos pupilas; pero, como no era un buen partido, calló el cura su pensamiento y propósito, y jamás hizo nada por realizarle. Paco, Beatriz e Inesita se querían como hermanos.

El secretario, don Paco, estaba al lado del alcalde, con su levita nueva, elegantísimo, y excitando la envidia de otros señores cuyas levitas o fraques eran viejos, fuera de moda, y algunos muy pelados, y ya que no con remiendos y rasgones, con picaduras de polilla, zurcidos chapuceros y tal cual lamparón o mancha de pringue o aceite, no menos conspicua que las que notó y censuró el Cid en el hábito del monje don Bermudo.

¡Diablo, diablo! exclamé para . ¡He venido a parar a casa de un loco! Me enamoro de la hermana San Sulpicio. Dos días después, el señor Paco, yendo conmigo de paseo otra vez, me reveló la mitad de su secreto.

Mesía con un mohín le suplicó que esperase.... Y hablando en tono confidencial, comentando los sucesos del día, las bromas, los juegos, estuvieron a la luz de la luna cerca de una hora todavía; Ana y su marido dentro, Paco, Joaquín y Álvaro en la galería.... Don Víctor estaba en sus glorias.