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Gritarás y no te oirán; tratarás de salir y te extraviarás cada vez más, porque no conoces ni los pisos ni las galerías y marcharás á oscuras... Así, pues, allánate á ser un poco dulce, ó me marcho y te dejo aquí sepultada en vida... Márchate ya, bandido. Déjame morir, que si no las pagas en este mundo las pagarás en el infierno.

Pero, cuando sonó la hora del regreso, para volver a la patria, a morir, casi todos ellos, en las oscuras guerras civiles, salvo los elegidos que hallaron tumba gloriosa en Ituzaingó... ¡cómo se tendieron y estrecharon esas manos varoniles encallecidas por la espada y cómo se humedecieron esos ojos iluminados siempre en la batalla!

Tan mareado iba, que a los pocos pasos encontré al sereno y le di dos pesetas. Después me pesó, porque no había necesidad, según lo que Gloria me había dicho. Tampoco reparé esta vez si las estrellas centelleaban allá arriba con suave fulgor, ni si la luz de la luna se filtraba por el laberinto de calles oscuras, manchándolas aquí y allá con jirones de plata.

Mientras le esperaba, la pecadora volvió a ver el espectro aquel de su perversidad; pero entonces le vio más claro, y no pudo tan fácilmente hacerle huir de su espíritu. «Me han engañado pensaba , me han llevado al casorio, como llevan una res al matadero, y cuando quise recordar, ya estaba degollada... ¿Qué culpa tengo yo?». La casa estaba a oscuras y encendió luz.

Metieron al buen hombre en su aposento, y a con él; cenamos, y acostámonos todos los de la casa, y a las dos de la mañana levántase en camisa y empieza a andar a oscuras por el aposento, dando saltos y diciendo en lengua matemática mil disparates.

D. Manuel; pero me parece que estamos mejor a oscuras... Paquito, abre toda la ventana. Que entre el aire, aire, aire...». Poco después, Bringas, cansado de oír las anécdotas universitarias que su hijito le contaba, dijo en voz alta: «Sr. de Pez... ¿No está?». «No está» observó Paquito. ¡Rosalía! ¡Mamá! gritó el joven llamando. Poco después apareció Rosalía.

A este sentimiento se unía una cierta impotencia física: llamaba en su auxilio por ignorancia, sabiendo menos apagar un fuego que encenderlo. Existe en las regiones subterráneas, en lo más profundo de las entrañas de la tierra, animalículos que viven y se reproducen en aquellas capas oscuras, y no suben jamás hasta la luz del día.

Una vez que le miró bien de lejos, Fortunata, sin hacer maldito caso de persona tan respetable como su tía política, volvió a la sala, que ya estaba medio a oscuras, y se sentó en una silla. Todavía no se había quitado el manto, y parecía que iba a volver a la calle. Apoyada la mejilla en la mano, permaneció inmóvil como un cuarto de hora.

D. Luis volvió a entrar con luz, con pompa y majestad, y como dueño legítimo y señor adorado, en aquella limpia alcoba, donde poco más de un mes antes había entrado a oscuras, lleno de turbación y zozobra.

No quiero que quedemos reñidas.... ¿Vas enfadada? Bien sabe Dios mi intención.... Escríbeme a Portomar.... Ya te contaré todo, todo. Y se asomó a la puerta para ver alejarse a la garbosa muchacha, cuyo vestido de percal proyectó, por espacio de algunos segundos, una mancha clara sobre las oscuras paredes de las casas de enfrente. Un delito