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Cuando acontecieron los sucesos del setenta y dos, temió el P. Florentino que su curato por los grandes beneficios que rendía llamase la atencion sobre él, y pacífico antes que todo solicitó su retiro, viviendo desde entonces como particular en los terrenos de su familia, situados á orillas del Pacífico.

El gobernador del territorio de Río Negro vivía en una población á orillas del Atlántico, para llegar á la cual era preciso un viaje de doce días á caballo; seis veces más de lo que se necesitaba para trasladarse á Buenos Aires por ferrocarril. A causa de esto, el comisario disfrutaba de la mejor de las independencias: la del olvido. El gobernador vivía demasiado lejos para mandarle.

Deprimido en sus orillas é hinchado en el medio por la presión de la corriente, el arroyo se estrecha y se curva hasta el corte, desde donde se lanza al vacío.

En aquel instante bajaba Simoun y al ver á los dos jóvenes, ¡Adios, don Basilio!, dijo saludando en tono protector, ¿se va de vacaciones? ¿El señor es paisano de usted? Basilio presentó á Isagani y dijo que no eran compoblanos, pero que sus pueblos no distaban mucho. Isagani vivía á orillas del mar en la contra costa.

Todo el saber de los magos de Irán y de Caldea, de los brahmanes de las orillas del Ganges, de los sacerdotes de Isis y Osiris, de los iniciados en Samotracia y de los pueblos de Fenicia y Frigia, no vale un pito, comparado al saber de ciertos galos primitivos, cuyo centro de luz estuvo en un París prehistórico.

La suciedad en que á pesar de la vigilancia que se ejerce están los esteros, principalmente se debe á la inmensa emigración de chinos, los cuales, en gran número habitan sus orillas, impregnándolas de la incuria y falta de limpieza que ellos observan.

Iba D. Carlos vestido con suma elegancia, á la última moda de París. Era todo un petimetre. Parecía el príncipe de la juventud dorada, transportado por arte mágica desde las orillas del Sena al riñón de Andalucía. El cuello de su camisa y el lienzo con que formaba lazo en torno de él, estaban bastante bajos para descubrir la garganta y la cerviz robusta sobre que posaba airosamente la cabeza.

En medio del desierto, Salomón había fundado a Tadmor, célebre después con el nombre de Palmira, en un oasis lleno de palmas, a fin de que fuese emporio riquísimo y lugar de reposo de las caravanas que iban desde las orillas del Jordan a las del Eufrates y del Tígris; a Damasco, a Nínive y a Babilonia.

La subida por el rio Coni es bastante trabajosa, porque hay que luchar contra una corriente á veces rapidísima, y salvar muy á menudo algunas cachuelas cubiertas de guijarros: entre tanto el espectáculo que presentan las orillas es siempre el mismo, imponente á la par que risueño.

En los seis meses que pasé á dos leguas de Génova, á orillas del mar más pintoresco del Universo y el más abrigado, en Nervi, sólo disfruté de una pequeña tempestad de corta duración; mas, en tan poco tiempo, rabió con inusitada furia. La vista no podía fijarse á gran distancia. Continuados torbellinos obstruían la visión. Poco se vislumbraba, y ese poco tenía sus límites y era espantoso.