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El cacique de Caracato, impulsado de su fidelidad, manifestó la órden que habia recibido del indio, Coronel Sanca, para alistar la gente de su pueblo y cortar las citadas Balsas de Juliaca y Suches, cuyo cumplimiento se encargaba bajo graves penas en nombre del Inca, Rey y Señor del Perú; de que receló Orellana que el pensamiento del rebelde no era otro que dejarle cortado, y atacar la villa de Puno y Chucuito, para poder pasar mas libremente por Pacajes á la ciudad de la Paz razon porque adelantó su marcha hasta las cercanias de Coata, campando en las orillas del rio.

1.ª Aquella en que nuestra dominación es más efectiva, ó sea desde Tumbao hasta su desagüe en el mar por los dos brazos en que en dicho punto se bifurca, que comprende un trayecto de 16 á 20 millas. 2.ª Desde Tumbao hasta los últimos puntos militares establecidos en sus orillas, en cuya parte, que comprende unas 20 millas, nuestra dominación sólo es nominal, sin que por ahora pueda contarse con aquellos territorios para empresa colonizadora de ninguna especie, por la resistencia que á ello opondrían sus habitantes. 3.ª Desde estos puntos militares hasta las lagunas, territorios tan poco conocidos que puede asegurarse que todo cuanto se haya dicho acerca de ellos, son sólo hipótesis fundadas en ligeros conocimientos, insuficientes todos ellos para que puedan servir de base al estudiar proyectos de colonización de alguna importancia.

El pueblo de Bauan, aunque al principio había estado también á orillas de la laguna se había trasladado al interior antes de esta catástrofe. Bayalan y los pueblos de aquel rumbo también padecieron bastante. Hubo muchas muertes de personas á quienes alcanzaron las piedras del volcán y los desplomes de los edificios.

Entramos en la sección del río llamada Angostura. El enorme caudal de agua, esparcido antes en extensos regaderos, corre silencioso y rápido entre las dos orillas que se han aproximado como aspirando a que las flotantes cabelleras de los árboles que las adornan confundan sus perfumes. Jamás aquel «espejo de plata, corriendo entre marcos de esmeralda» del poeta, tuvo más espléndido reflejo gráfico.

Donde se juntan otra vez los dos camaradas es hacia el final de su viaje, por estrecharse la cuenca nuevamente, pero sin crecer gran cosa los taludes; y ya no vuelve el río a gozar de otra llanada que la de su sepultura, festoneada a lo largo en su margen terrestre por un camino real que ni el Nansa ni yo vimos hasta que nos hallamos yo encima de él, y el río estrellándose contra los estribos del puente que une las dos orillas.

El jefe, antes de separarse de ellos, les había devuelto las armas, y había hecho cargar en la piragua víveres para muchos días. La bajada del río se hizo sin incidentes desagradables, pues todas las tribus acampadas en aquellas orillas eran aliadas de Uri-Utanate.

Déjela, déjela, don Pancho, que va herida. Sal, niña, sal de la manigüita. ¡Ah, ah, qué bien mete uté, don Lorenso! No se ponga bravo, don PanchoEl juego siempre iba salpicado de estas frases que olían a plátano y cocotero. Cuando los días eran largos, veíaseles allá a la tarde por las cercanías de la villa paseando también en pandilla o sentados sobre el césped a orillas de una fuente.

Para distraerla, siguiendo mis aficiones didácticas, me entretuve en hacer cerca de Madame Duval el papel de cicerone. Madame Duval seguía a mi servicio y jamás se había detenido en las orillas del Tajo.

Por esta razón no todo es alegría y felicidad en las orillas del encantador arroyo, donde la vida parece ser tan agradable, donde parece natural que todos se amen y gocen de la existencia.

Alegre y vivaracha acompañaba a su huésped a través de los jardines, enseñándole sus colecciones de flores de todas clases, explicándole cómo había secado las tierras y canalizado las aguas del río que ahora serpenteaba entre orillas plantadas de iris y de cañaverales. El escuchaba encantado su graciosa charla y admiraba su espíritu a la vez práctico y lleno de imaginación.