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Cuéntale éste que ha visto casualmente el retrato de una cristiana de maravillosa belleza, inspirándole tal amor su sola imagen, que no piensa reposar hasta que encuentre el original y lo posea. Dice á Iñigo que, en agradecimiento de la libertad que le ha concedido, espera de él que le ayude á buscar á su amada, y á traerla á sus brazos. Iñigo le pide el retrato, y reconoce aterrado á su Leonor.

Los innumerables ventorrillos ó casas aisladas que avecinan á San Fernando del lado de Cádiz tienen un aspecto original y pintoresco; es allí donde se aglomeran los millares de obreros que trabajan en el astillero de la Carraca y en muchas fábricas de las cercanías, formando en algunas horas del dia multitud de grupos tan animados como curiosos.

El accidental, ó per accidens, es el que no es percibido directamente por ningun sentido, que está oculto bajo las calidades sensibles, y se nos descubre por medio de estas: como las substancias. Lo sensible per accidens, está enlazado con las calidades sensibles; pero estas no lo ofrecen al entendimiento como una imágen el original, sino como un signo la cosa significada.

Este, a su vez, le condujo a un café cantante y le presentó al director, el señor Jacobo Duclot. Este señor dijo el revistero al director, haciendo avanzar a Kotelnikov adora a las negras. Nada más que a las negras; las demás mujeres le repugnan. ¡Un original de primer orden!

El joven le pareció mucho más bello en el original que en los retratos, y cuando oyó su voz, argentina, melodiosa, y rica de tonos persuasivos y suaves, que roban la prudencia y la calma, apenas pudo sostenerse y pensó que se desmayaba.

La marquesa no se saciaba de mirar al retrato. ¡Era tan parecido; era la pintura, como de Madrazo, tan fina, tan conforme con la distinción, elegancia y gracia del original! ¡Qué admirable aquella circumpostura del cabello abundante, guarneciendo el rostro, no ciertamente muy oval, antes bien tirando a una redondez algo voluptuosa! ¡Qué palidez tan encantadora! ¡Qué armonía entre lo enfermizo y las inexplicables seducciones! ¡Y aquella mano blanca recogiendo la negra mantilla, qué airosa, qué viva en su admirable modelado!... A la madre se le escaparon en un murmullo de dolor estas palabras: «¡Pobre hija mía! ¡Pobre pecadora!».

Conociendo él, sin duda, las dotes, de que carecía y su verdadera disposición poética, renunció á ganar fama de poeta original, y se dedicó á mejorar y pulimentar las obras dramáticas de otros poetas. Muchas de sus mejores comedias son imitaciones ó plagios de pensamientos y escenas aisladas, tomadas de otros, pudiendo compararse á mosáicos hechos con habilidad y limpieza.

Cuando mi madre, que es buena y me ama, encuentra en no qué levadura, no se qué germen de perversión, no qué mancha más negra del pecado original que en las demás criaturas, razón tendrá mi madre.

Entre esas industrias hay una que tiene verdadera utilidad, pero que provoca la risa por su original extravagancia: la del hombre-aviso. Como Inglaterra es el país de los anuncios y los rótulos en supremo grado, no se considera bastante hacerlos circular en los diarios y en los cartulones de las esquinas, y así como hay individuos-escobas y de peor condicion aun, hay hombres-avisos.

Uno de ellos es la corrupcion original del hombre, y los estragos que esta corrupcion produce en el entendimiento y en la voluntad. ¿Semejante doctrina es acaso muy á propósito para inspirar demasiada confianza? ¿Los libros sagrados no estan llenos de narraciones en que resaltan la perfidia y la maldad de los hombres?