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La dicha investigación, la prueba y el cuidado se ordenan sólo para las figurantas, coristas y otra gente de segundo ó de tercer orden. Digo esto no en tono de broma, sino con la mayor gravedad. Lo demostraré con un ejemplo.

Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo que recibe impulso de sobrenatural mano. Lo que había hecho, hacíalo, a juicio suyo, por disposición de las misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo, la salida del Sol y la caída de los cuerpos graves.

Jesuítas, frailes y clérigos ordenan y dirigen, como en los mejores tiempos de Carlos II. Haber tenido por consejero a un conde de Aranda, amigo de Voltaire, es una vergüenza del pasado, sobre la que se hace el silencio.... , don Luis, dice usted bien: la monarquía es cosa muerta. Entre el país y ella hay la misma relación que entre un vivo y un cadáver.

La idea particular se refiere á un individuo; la determinada, á una propiedad; y no deja de ser determinada por prescindirse en ella de toda relacion á un individuo existente. Esta distincion da lugar á consideraciones de la mayor trascendencia. Esta es la idea matriz, fundamental, en cuyo alrededor se agolpan y ordenan todas las otras.

Los hombres hablarán con emoción de leyes morales y mandamientos religiosos que les ordenan «no matarás», «no robarás», «amarás á tu prójimo como á ti mismo»; pero , guerrero semejante á un semidiós, vivirás más allá del Bien y del Mal. Si los otros hombres matan, serán juzgados como criminales y terminarán sus días en un presidio ó en el cadalso.

Asi como el cuerpo humano consta de distintas potencias con que exercita muy diversas operaciones, las quales conspiran á un mismo fin, que es la conservacion de la vida, con orden maravilloso entre todas ellas, del mismo modo en el Alma hay varias facultades, potencias, y fuerzas con que produce muchos actos, que todos conspiran, se ordenan, y mutuamente se ayudan al fin de exercitar la razon.

Después de nuestros deberes para con Dios, los mandamientos de su ley ordenan que respetemos y honremos a nuestros padres. ¿Cómo hubiera podido Lucía faltar nunca en lo más mínimo a este mandamiento?

Hasta es de notar que cuando en gravísimos apuros se miente de una manera escandalosa, con la mira de alentar por algunas horas mas y dar lugar al tiempo, rara vez se inventa un parte nombrando personas; se apela á las fórmulas de «sabemos de positivo; un testigo de vista acaba de referirnos» y otras semejantes; se suponen oficios recibidos que se imprimirán luego, se ordenan regocijos públicos etc., pero siempre se suele dejar un camino abierto para que la mentira no choque demasiado de frente con el buen sentido, se tiene cuidado en no comprometer el nombre de personas determinadas; en una palabra, hasta reinando la mayor desfachatez, se guardan siempre algunas consideraciones á la conciencia pública.

Aprieta los dientes y fija sus miradas ardorosas en la cortina, atravesada por un débil resplandor rojizo. ¡Juan! grita de nuevo la voz de su hermano. ¿Qué hay? Anda a ver si nuestro carruaje está ahí cerca. Cumple lo que le ordenan. ¡Sólo sirve para hacer recados! Recorre la fila de carruajes y, no encontrando lo que busca, vuelve a la tienda. La cortina aparece levantada ya.

Pero si las leyes providenciales ó fatales, por cuya virtud se ordenan los acontecimientos humanos, hacen que el Dios Término retroceda, no por eso España ha de creer menoscabada su honra. Antes pudiera salir del mal el bien, y acrecentarse la honra de España, si, por ejemplo, las dieciséis ó diecisiete Repúblicas que han nacido de su seno, llegasen á estar florecientes y poderosas.