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Allí lo habían conducido, cubierto el rostro, desde su prisión subterránea y allí se había dado orden de llevarme sigilosamente tan luego me encontrasen. También se despachó un mensajero al palacio de Tarlein, con encargo de anunciar al general Estrakenz y a la Princesa, que el Rey se hallaba en salvo y deseaba conferenciar con el General sin pérdida de momento.

Este Ayuntamiento, que vela sobre su prosperidad y se interesa en gran manera por la union, el órden y la tranquilidad, lo hace presente á V. E., y para evitar los desastres de una convulsion popular, desea tener de V. E., un permiso franco para convocar, por medio de esquelas, la principal y mas sana parte de este vecindario, y que en un congreso público exprese la voluntad del pueblo, y acuerde las medidas mas oportunas para evitar toda desgracia y asegurar nuestra suerte venidera.

Por un momento parece que el orden se restablece y la pobre ciudad respira; pero luego principia la misma agitación, los mismos manejos, los grupos de hombres que recorren las calles, que distribuyen latigazos a los pasantes. Es indecible el estado de alarma en que vivió un pueblo entero durante dos años, con este extraño y sistemático desquiciamiento.

Pues mira que yo estoy también.... Verás qué bien va á salir esto dijo el Doctrino bajando la voz. Y para entonces ya podemos contar con fondos. Los tiempos están malos, Carrillo; y si uno no se agarra á los buenos faldones... Eso mismo digo yo. Pero ¿me das ó no esa oncilla? Espérate á pasado mañana. Tengo orden de no repartir todavía.

De aquí el sistema de las ideas innatas en toda su pureza; de aquí esa metafísica de un órden intelectual, enteramente exento de las impresiones sensibles; metafísica que cultivada por genios eminentes, ha sido profesada con sublime exageracion en los tiempos modernos, por el autor de la Investigacion de la verdad.

Lyon, Burdeos, Marsella, Estrasburgo, son sin duda alguna las principales ciudades de Francia: las de segundo y tercer órden que conozco no valen en verdad una descripcion separada, á no ser Narbona, que por lo pobre y mezquina, ni puede compararse con la mas desvalida de nuestra España: en Narbona se carece de todo, es una aldea grande; y bueno es dejar sentado, para los que sospechan que la Francia es Paris, que pueden contarse otras varias ciudades que en nada aventajan á Narbona.

Parecieron tan bien, que no se puede encarecer, así por el buen órden y aderezos, como por ser buena gente toda y escogida. Tráelos el duque para ofrecellos á S. M.; no se sabe si ha querido dárselos pagados. Apeóse en palacio, el rey le recibió bien aunque porfió en no darle la mano, pero no se quiso levantar hasta haberla besado.

Por haberse ocupado el P. Superior en la empresa que acabo de referir, no se había puesta en ejecución el orden del P. Visitador de estas Reducciones, José Pablo de Castañeda de que se buscase sitio mejor y más sano para fabricar de nuevo las Reducciones; por lo cual quiso al presente ponerlo por obra, á que no poco ayudaron las enfermedades y el contagio.

El rey Enrique sale á su encuentro con heraldos, caballeros y pendones. Vedlos que juntos se dirigen hacia la tienda real. En tanto el barón de Morel había revestido la armadura de su prisionero Don Diego y tan luego se puso el sol dió orden á su gente de preparar las armas.

Si el ataque era violento, no fueron, por cierto, menos violentas y apasionadas las réplicas de los partidarios del atacado . Francisco López de Aguilar, presbítero y caballero de la orden de San Juan, y Alonso Sánchez, catedrático de griego, hebreo y caldeo de la universidad de Alcalá, contestaron al libelo contra Lope con otro titulado Expostulatio Spongiae, en el cual agobian á su ídolo con las más exageradas alabanzas.