United States or Trinidad and Tobago ? Vote for the TOP Country of the Week !


Lo decían, : oíalo ella, no con los oídos, sino con los ojos, y aunque los huesos le dolían de cansada, corría a la acequia a llenar la regadera y bautizaba a aquellos pilluelos, que bajo la ducha saludaban agradecidos. Sus manos temblaban muchas veces al cortar el tallo de las flores.

18 Después alcé mis ojos, y miré, y he aquí cuatro cuernos. 19 Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué [son] éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos que aventaron a Judá, a Israel, y a Jerusalén. 20 Me mostró luego el SE

Todos se miraban hasta el fondo de los ojos, y en los rostros rebosaba la alegría; cogidos del brazo unos y otros, hablaban e iban de acá para allá en la sala; la señora Catalina con la mochila, Luisa con el fusil, Duchêne con el saco, continuaban riendo, secándose los ojos y las mejillas; nunca se había visto nada semejante.

Gran trabajo me costó reprimir una expresión de horror viendo á aquella masa humana acercarse á mi, teniéndose alternativamente en una y otra pierna. El monstruo me hizo seña de que esperara, y después se paró delante de , contemplándome fijamente los estúpidos ojos y dándome con el resuello en la cara.

Según doña Beatriz, todo el papel de Inesita en la noche siguiente debía limitarse a decir con los ojos, por estilo vago y claro sin embargo, con tal arte que pareciese la frase irreflexiva y espontánea, con impecable pureza y sencillez de intención y sin prometer nada que pasase de amistad: «Me es usted simpático, aunque deploro que sea usted un tanto cuanto fatuo.

Y él caía y caía, durante años, durante siglos, hasta sentir en su espalda la blandura de la cama... Abría entonces los ojos. Margalida estaba allí, contemplándolo con expresión de terror a la luz del candil. Debían ser las altas horas de la noche. La pobre muchacha suspiraba de miedo mientras le cogía los brazos con sus manecitas temblorosas. ¡Don ChaumeAy, don Chaume!...

Pero yo tengo cierta confianza, porque el corazón justo y fuerte de las mujeres es siempre piadoso con la debilidad y la ignorancia del hombre. Además, cuento con la buena impresión que producirá su aspecto. »Usted es muy feo, gentleman; usted es simplemente horrible. Su piel, vista por nuestros ojos, aparece llena de grietas, de hoyos y de sinuosidades.

«Ignoro proseguí vivamente, si nuestras leyes condenan o permiten semejante unión... Pero a mis ojos es valedera; porque delante de Dios, que me está escuchando, se celebre, o no, nuestro enlace, yo te miro ya como a mi esposo, como aquel a quien pertenecía... , Carlos; mi honor... es mi vida... y te amo más que a mi vida... porque, ya lo ves, te amo... ¡te pertenezco!

La gente moza, don Modesto, la gente moza; y si no fuera por eso, se acabaría el mundo. Pero el caso es que es preciso darles a estos un espolazo, porque esa gente de por allá arriba quiéreme parecer que se andan con gran pachorra, pues dos años ha que nuestro hombre está queriendo a su ruiseñor, como él la llama, que eso salta a la cara; y estoy para , que no le ha dicho buenos ojos tienes.

¡Mi madre convertida en criada de monjas! gritó con rabia. Los ojos se le arrasaron de lágrimas, y al cubrirse el rostro con las manos, por no entristecer más a su padre, vio que su precaución era inútil: el viejo lloraba también. ¡Padre, padre de mi alma, nos vamos a quedar solos! dijo, arrojándose en sus brazos. no me dejarás, ¿verdad, hijo?