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Tuve excelentes maestras decía Leonora al recordar aquel período de su juventud. Eran buenas en el fondo, pero con ellas nada quedaba por aprender. No recuerdo cuándo abrí los ojos. Creo que no he sido nunca inocente. Algunas noches la llevaba el doctor a su tertulia del café o a la galería alta de la Scala si algún músico le regalaba billetes.

Miró Celinda en torno á ella con ojos de exploradora, y volviendo su espalda á las cuadrillas de trabajadores, se dirigió hacia un hombre aislado en una pequeña altura. Este hombre ocupaba un catrecillo de lona ante una mesa plegadiza. Iba vestido con traje de campo y botas altas.

Todo el pasado surgía ante sus ojos con extraordinaria claridad, como si hasta entonces se hubiese mantenido borroso, en una confusión de penumbra. La tierra amenazada de Francia era la suya. Quince siglos de historia habían trabajado para él, para que encontrase al abrir los ojos progresos y comodidades que no conocieron sus ascendientes.

Esta se adelantó y la besó en los ojos. Al fin se han vuelto a encontrar, después de un año, murmuró. Se habló de música y de novelas. Laura, que no dejó un instante de observar a Julio, suspiró, volvió a besarla. Se me ocurre que ya te quiere, le dijo al oído. Pero Adriana no podía escucharla. Miraba a Julio con los ojos un poco atónitos y sonreía con su sonrisa ligera.

Nada de pasión ardiente, nada de fuego hay en los ojos de Pepita. Como la tibia luz de la luna es el rayo de su mirada. Pues bien, a pesar de esto, yo he creído notar dos o tres veces un resplandor instantáneo, un relámpago, una llama fugaz devoradora en aquellos ojos que se posaban en . ¿Será vanidad ridícula sugerida por el mismo demonio? Me parece que : quiero creer y creo que .

Miraba los recortes de papel impreso, muchos de ellos amarillos ya por el tiempo, y pasaba ante sus ojos la visión de teatros llenos de elegantes descotes y pecheras rígidas y brillantes como corazas; ambientes caldeados por la luz y el entusiasmo, donde centelleaban ojos y joyas, y en el fondo, con su casco y su lanza, ella, la walkiria dominadora, saludada con aplausos y gritos de admiración.

La moza era maja, y algunos bienes tenía que heredar en su día; pero no se encontraba «al regolver de cada calleju» un hombre de bien, que era un caudal «de por mesmo». Bien lo conocía ella, y por eso miraba a Chisco con buenos ojos; pero era muy otro el mirar de su padre, y él se entendería.

No se podrá citar uno solo donde no haya mezcla; extranjeros en todas partes, negociantes que han hecho grandes fortunas en productos alimenticios, farmacéuticos, industriales más o menos bien educados, etc... Es triste, porque desaparece la tradición de la exquisita cortesía francesa que, en otro tiempo, nos señalaba a los ojos de la Europa atenta y encantada.

¡Y yo que le tenía á usted por un amigo seguro!... ¡Mal sujeto! ¡Querer arrebatar á una mujer el apoyo de su esposo, dejándola sola!... Al hablar miraba fijamente los ojos del español, como si pretendiese contemplarse en ellos. Pero debió ver tales cosas en estas pupilas, que su voz se hizo más suave, y hasta acabó por fingir un mohín infantil de disgusto, amenazando al hombre con un dedo.

Sus ojos se humedecieron... ¿Era posible que se despidiesen para siempre dentro de unas horas?... ¿No vería más á Ulises y á su buque, que se llevaban la mejor parte de su pasado?... El capitán deseó terminar pronto esta entrevista para mantener su serenidad. Mañana á primera hora dijo llamarás á la gente. Ajusta las cuentas de todos.