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Hola, Milord dijo el médico. ¿Qué, hoy no hay oficios divinos en la capilla de Baracaldo? No, don Luis dijo el contratista con cierta unción en sus palabras. Demasiado sabe usted que en nuestra religión este día no es de fiesta. ¿Y Milady, siempre tan hermosa y elegante? Vaya, no se burle usted; ya sabe que no somos más que unos pobres patanes con un poquito de protección.

Por las mañanas, antes de ir a la oficina, daba una vuelta por la casa: el general le encargaba algunos recados o visitas que no podía hacer personalmente ni confiar a ningún criado, la condesa, menos escrupulosa que su marido, le hacía muchas veces desempeñar oficios humildes: como comprar juguetes para los niños, pagar algunas cuentas al joyero, etc.

Ese enjambre de mozos y sirvientes que viven de las propinas, y en quienes consiste que ninguna cosa cueste realmente lo que cuesta, sino mucho más: la abaniquera de abanicos de novia en el verano, a cuarto la pieza; la mercadera de torrados de la Ronda; el de los tirantes y navajas; el cartelero que vive de estampar mi nombre y el de mis amigos en la esquina; los comparsas del teatro, condenados eternamente a representar por dos reales, barbas, un pueblo numeroso entre seis o siete; el infinito corbatines y almohadillas, que está en todos los cafés a un mismo tiempo; siempre en aquel en que usted está, y vaya usted al que quiera; el barbero de la plazuela de la Cebada, que abre su asiento de tijera, y del aire libre hace tienda; esa multitud de corredores de usura que viven de llevar a empeñar y desempeñar; esos músicos del anochecer, que el calendario en una mano y los reales nombramientos en otra, se van dando días y enhorabuenas a gentes que no conocen; esa muchedumbre de maestros de lenguas a treinta reales y retratistas a setenta reales; todos los habitantes y revendedores del rastro, las prenderas, los... ¿no son todos menudos oficios?

Si vuelven, que no volverán, se quedarán en la sala, y por nada de esta vida las dejaré entrar en la recámara. «No te inquietes ni te aflijas; si hay algo grave te escribiré para que vengas. Sarmiento me ha ofrecido decirme la verdad. Ayer le escribí a Linilla con unos músicos que fueron a San Sebastián a tocar en los oficios de la Semana Santa. ¡Qué Semana Santa voy a pasar, hijito!

Ambos han resultado filósofos, médicos, abogados y buenos oficiales o maestros en casi todos los oficios; pero en verdad, ambos eran ingenios legos, y Shakspeare más que Cervantes, si bien todo lo sabían por penetración, por viveza de ingenio, por agudeza y perspicacia en la serena mirada para observarlo, abarcarlo y comprenderlo todo a primera vista.

Dedicose a asistir por las casas desempeñando los oficios más bajos y penosos, traer agua o fregar suelos, llevar recados; lo único que era capaz de hacer, pues no tenía oficio alguno. Pero llegó un momento al parecer en que las fuerzas la abandonaron; su salud, cada día más vacilante, la iba dejando inútil para el trabajo. Fue despedida de algunas casas.

Despues de la caida del sol volvia á reunirse en coro el clero parroquial para cantar vísperas; y durante la noche se decian los nocturnos, en tres tiempos, lo mismo que las horas. Cada dia el rector con su clero celebraba en la parroquia los divinos oficios con esta distribucion de horas y nocturnos, y con diferencia de himnos y oraciones segun se rezaba de santo mártir, ó confesor, ó vírgen.

Tal es el carácter de la beneficencia en Londres. Allí se gastan sumas enormes en hospicios, casas de asilo, hospitales y escuelas gratuitas de enseñanza elemental y de artes y oficios, y estos establecimientos, en general, le hacen honor á Inglaterra.

Entonces vendría la lujuria del cariño, el no dormir para velarle, el contar los minutos para darle a su tiempo los remedios, el espiar el hervor de su respiración y el ardor de la frente y la transpiración de la piel; y los bajos oficios que a otras personas fueran repugnantes y que ella haría gozosa saboreando su triste y voluntaria servidumbre. Le amaba mucho, pero aún le quería más.

Sentirían mucho que un error momentáneo les privara de sus buenos oficios, apreciados por ellas en todo su valor, y rompiera relaciones que consideran de un precio infinito.