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Ya que hemos principiado á bosquejar tipos, vamos á trazar cuatro brochazos por más que sea á la ligera en los bocetos de los personajes que ocupaban la mesa.

En los cuatro triángulos de la bóveda estaban representados escultóricamente el Aire, la Tierra, el Fuego y el Agua, como si los tales elementos tuviesen alguna relación con la industria que daba vida al vasto palacio. Cuatro arañas de metal, enormes y rutilantes, completaban la pesada suntuosidad. Allí donde no había dorados ó espejos, ocupaban las paredes vistosas pinturas.

Era el centro de reunión de todos los pájaros del distrito del Hospicio. Tenía acceso por una gran escalinata de mármol. Además del piso bajo donde se hallaban los salones de recibir y el comedor poseía otros dos. Parte del último era lo que ocupaban las oficinas, que no eran muy considerables. A Salabert le bastaba para la dirección de sus negocios con una docena de empleados expertos.

Y concluidas las misas, se iban por la calle Mayor adelante en busca de emociones puras, inocentes, logradas con la oficiosidad amable del uno y el dinero copioso de la otra. No siempre se ocupaban de cosas de comer. Repetidas veces llevó Estupiñá cuentos como este: «Señora, señora, no deje de ver las cretonas que han recibido los chicos de Sobrino... ¡Qué divinidad!».

Sentíase anonadado, como si de pronto cayesen sobre él las fatigas de la mala noche anterior. Tuvo deseos de tenderse en una de las camas que ocupaban el fondo de la habitación, pero otra vez la inquietud por lo que le aguardaba, incierto y misterioso, desvaneció su somnolencia. Anduvo inquieto por la habitación y encendió otro habano en los restos del que acababa de consumir.

Los sencillos naturales pensaron, al ver unos extranjeros examinando el cielo con grandes telescopios, que esos hombres se ocupaban de hechicerías y malas artes.

Dos fuertes besos, un largo abrazo, un saludo para , y el padre descendió, mientras el tren se ponía en movimiento, tomando pronto aquella marcha vertiginosa que sólo en las líneas americanas se ve. La noche había caído y cada una de las veinte o treinta personas que ocupaban el sleeping, comenzó a hacer lentamente sus preparativos.

El sol subía y sus rayos comenzaban a travesear en los cristales del coche, y en las frentes de los dos que lo ocupaban, como invitándoles a contemplarse el uno al otro.