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Doña Juana se precipitó á la reja, la abrió, miró á la calle, y vió á lo lejos, en uno de sus extremos, entre lo obscuro, un bulto que desaparecía.

Por la faja azul que limitaban las dos filas de aleros pasaba un nubarrón obscuro. No hay cuidao dijo el marqués gravemente . Al salir de casa he visto un papeliyo que lo yevaba er viento en una direcsión que yo me . No yoverá. Y todos asintieron, convencidos. No podía llover, ya que lo aseguraba el marqués de Moraima.

Acerté a dar con uno de los que tienen más sentada su reputación. Por supuesto que tuve que hacer una antesala digna de un pretendiente, porque una de las cosas que mejor se saben hacer aquí, es esto de antesala. Por fin tuve el placer de ser introducido en el obscuro santuario.

Después de cruzar salas y pasadizos llegó al salón claro, como se llamaba en Palacio el que destinaba el Obispo a sus visitas particulares. Era un rectángulo de treinta pies de largo por veinte de ancho, de techo muy alto cargado de artesones platerescos de nogal obscuro.

¡Canástoles! pensaba sin cesar . En esa cara hay algo de extraordinario: ese mirar no es suyo, ni ese color, ni esa expresión de sobresalto, ni... ni ese vestido es el que llevaba puesto esta mañana paseando conmigo, ¡ea! aunque lo diga quien lo diga... Hasta en el pelo, ¡canástoles! si me apuran un poco, encuentro ya algo que me extraña: parece más apelmazado y obscuro...

¡Virgen de la Soleá! ¡Mis hijos!... ¿Qué van a comé los pobres churumbeles si su pare no pué picá?... Carmen se levantó. ¡Ay, no podía más! Iba a caer desplomada si seguía en aquel sitio obscuro estremecido por ecos de dolor. Necesitaba aire, ver el sol. Creía sentir en sus propios huesos el mismo suplicio que hacía gemir a aquel hombre desconocido. Salió al patio.

Petra.... ¡Es ella quien me hace tan desgraciado, quien me arroja en este pozo obscuro de tristeza, de donde ya no saldré aunque mate al mundo entero; aunque haga pedazos a Mesía y entierre viva a la pobre Ana!... ¡Ay, Ana también va a ser bien infeliz!». La catedral dio ocho campanadas. «¡Las ocho! Ahora debía yo despertar... y no sabría nada». Este pensamiento le avergonzó.

De repente noté que el arco de entrada era más ancho que el puente y formaba un obscuro ángulo, en el que me oculté apresuradamente. Desde allí dominaba aquella vía de comunicación entre el antiguo castillo y la construcción moderna. Entonces resonó otro grito agudo.

Una graciosa sonrisa bajo la sombrilla rosa; un saludo militar bajo la sombrilla blanca, y el carruaje desaparece en una nube de polvo. Carlos vuelve al saloncillo, y le parece obscuro, vacío y frío. Y, sin embargo, la tía Liette sigue allí, en su butaca.

Entretanto, en la aldea de Raveloe las campanas repicaban alegremente y la iglesia estaba más llena que durante el resto del año por fieles cuyos rostros bermejos aparecían en medio de las profusas ramas de un verde obscuro fieles preparados para un oficio más largo que el de costumbre, gracias a un almuerzo perfumado de tostadas y cerveza.