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Anduvieron por el bosque y por el Jardín Zoológico. Miss Mary arrastró a Lita en su cochecito, páranse ante las jaulas de los animales. Lita adoraba los animales. Y ese día, a pesar de su deseo de reanudar cuanto antes la labor, tuvo más gusto que nunca en ver leones, jirafas, avestruces, serpientes, de cuánto Dios crió.

Rocafort luego que reconoció la gente de su contrario tuvo por cierto que venía con determinacion de ejecutar algun mal intento, pues no pudiera ser otra la causa que á Berenguer le obligara á romper los conciertos sin primero avisar. Un hombre sospechoso nunca discurre ni piensa lo que le puede quitar las sospechas, sino lo que se las acrecienta.

Calderón, sin embargo, no usa nunca de ese estilo grosero y bajo, que tanto nos ofende en las comedias de figurón de otros poetas; ni los personajes de caricatura son nunca en las suyas las figuras más interesantes, sirviendo tan sólo sus extravagancias para hacer resaltar más otros nobles caracteres. No siempre lo peor es cierto.

A través de su cuerpo se veían los árboles, el banco cercano, las gentes que pasaban. Parecía de cristal, de humo sutil, de espuma impalpable. La hizo señas para que la siguiese, y echó á andar al ver que la vieja le obedecía. ¡Ay, mis piernas!... No podré seguir. Son varios kilómetros. ¡No llegaré nunca!...

Si en el transcurso de la lectura tropezaba casualmente con aquellas pocas palabras que han levantado a sus semejantes sobre el nivel de los más viejos, más sabios y más prudentes, si aprendía algo de una fe que está simbolizada por el sufrimiento, y si la antigua llama se suavizaba en sus ojos, no era nunca bajo la fuerza de una lección.

En vano, siempre que el tiempo lo permitía, montaba en su hermoso caballo blanco de pura raza española; pasaba y repasaba la Plaza Nueva, y algunas veces veía detrás de los cristales, en la Rinconada, a la de Quintanar, que le saludaba amable y tranquila; pero no era el caballo talismán como él había creído, porque la escena de la tarde aquélla no se repitió nunca. «, lo que yo temía, no fue más que un cuarto de hora que no pude aprovechar». Creía con fe inquebrantable que ya su único recurso sería la ocasión dificilísima, casi imposible, de un ataque brusco, bárbaro, coincidiendo con otro cuarto de hora.

En resolución, ya que sería cuento de nunca acabar el ir citando sucesos semejantes de hombres y dioses, yo vuelvo á prescindir de religión y de moral: no echo sermón, aunque ya estamos en Cuaresma; pero tratándose de arte, ¿cómo prescindir de lo artístico? No es artístico el describir prolijamente los placeres de la alcoba. Admirable es la belleza del cuerpo humano.

Una crítica de los sonetitos aquellos.... ¿Y quién es Agustín Venegas para meterse a crítico? Lea usted. Don Román estrujó el periódico y leyó. A las pocas líneas se puso trémulo, pálido, balbuciente. Han creído que usted es el autor. Lamento lo que ha sapado. Nunca pude imaginar....

Nunca he acertado a leer los libros de Pereda con la impasibilidad crítica con que leo otros libros. Son algo tan de nuestra tierra y de nuestra vida, como la brisa de nuestras costas o el maíz de nuestras mieses. Pocas veces un modo de ser provincial ha llegado a traducirse con tanta energía en forma de arte.

¡Si supieras cuánto te agradezco este paseo!... Rafael, estoy contenta. Nunca he tenido una noche como esta. ¿Pero dónde está tu isla? ¿Nos hemos extraviado como en la noche de la inundación?