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Otros, que militaron en la infantería, y eran modestísimos en estatura y traje, fueron designados con el mote de <i>perejiles</i>, y a las personas graves que habían formado una milicia urbana y exornádose con un levitón negro y cuello encarnado, se les tituló los <i>pavos</i>. Todos llevaban nombre contrahecho, y hasta el cuerpo que se formó con los desertores polacos, no pudo llamarse nunca de los <i>polacos</i>, sino de las <i>polacras</i>.

No se emplea casi nunca respondió la Fontane. Existe, por otra parte, el contraste de la independiente, y es la joven a quien todo asusta, la que teme las responsabilidades del matrimonio y rehuye la carga de almas que ese estado lleva consigo. ¡Qué valentía! exclamó Genoveva riendo. Eso huele a las Cruzadas, ¿eh, Petra? Petra se encogió de hombros amablemente sin decir nada.

Nunca había yo tenido el gusto de ver árbol más fuerte y mejor colocado para luchar heroicamente con la borrasca: largo tiempo lo estuve contemplando, pero poco á poco lo acercarse á y achicarse al propio tiempo. Cuando el sol vencedor disipó la niebla, el soberbio tronco quedó reducido á débil arbolillo nacido en una cercana hendidura de roca.

Todavía el destino no ha decidido entre ti y Rosas, entre la ciudad y la pampa, entre la banda celeste y la cinta colorada. Tenéis la única cualidad de espíritu que vence al fin la resistencia de la materia bruta, la que hizo el poder de los mártires. Tenéis fe. ¡Nunca habéis dudado! ¡La fe os salvará y en ti la civilización! Algo debe haber de predestinado en este hombre.

La bondad de Dios no se agota nunca. ¡Quién sabe si querrá repetir en usted sus prodigios, haciendo que salga de ese vientre otro mastín para la defensa de su rebaño!... Feli compadecía la simpleza del devoto, ofendiéndose al mismo tiempo por la misión animal que atribuía al hijo de su entrañas.

Morales no había logrado ver nunca al pájaro diminuto, soberano de la selva, pero lo conocía de fama desde su niñez. Tenía por armas su pico, un terrible pico fuerte como el acero mejor templado, y una infernal mala intención. Allí donde clavaba su arma abría orificio, y el golpe iba dirigido siempre á la cabeza del adversario, devorando inmediatamente su cerebro al descubierto.

Es en un baile del Club del Progreso donde pueden estudiarse por etapas treinta años de la vida social de Buenos Aires: allí han hecho sus primeras armas los que hoy son abuelos. La dorada juventud del año 52 fundó ese centro del buen tono, esencialmente criollo, que no ha tenido nunca ni la distinción aristocrática de un club inglés ni el chic de uno de los clubs de París.

Abetos y pinos de airosas y extrañas formas, nunca vistas por los europeos, descollaban sobre la pomposa verdura de helechos arborescentes, mirtos, laureles y otros árboles hermosos, desconocidos y sin nombre hasta aquel día. Pero Morsamor buscaba con ansia el estrecho o el fin del continente y nada de aquello le seducía ni le convidaba a detenerse.

Precisamente cuando hablaba de la conveniencia de fusilar á un hombre que no se había sublevado nunca y sólo se decidía á hacerlo cuando los antiguos insurrectos acordaban mantenerse en paz, anunciaron á la generala Martínez. Entró doña Guadalupe. Muchos de los presentes, que eran jóvenes y tenían aficiones literarias, creyeron ver la imagen de la Venganza.

Trajo a su memoria, aquella bella fisonomía cansada y altanera, aquellos ojos penetrantes, sus mejillas limpias y sus largos bigotes caídos a lo tártaro. Sonriose a la idea de tomar a aquel personaje, terror de las jóvenes, bajo su protección maternal; pero acabó por decirse que nunca se atrevería a hacerlo.