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Tienen seres colectivos como nuestros pólipos y nuestros corales, pegados aún, sufriendo las sujeciones de una vida común; tienen también pequeños moluscos que ya se visten con lindas conchas; tienen peces ágiles y bullidores insectos, arrogantes crustáceos, miniatura de los futuros cangrejos, como ellos armados hasta los dientes, aguerridos átomos que se dedican á la caza de los átomos inofensivos.

No pudiéndose evitar el idioma, esquívanse los únicos razonables modelos, nuestros clásicos y nuestros modernos, yendo los bardos a beber las castalias aguas en los "parnasianos" y simbolistas franceses y en los modernistas hispano-americanos. En éstos, singularmente. El azul y los lirios y rosas líricos de Rubén coloran y perfuman la nueva poesía ultramarina. Chispea el

Si ellos construían un navío grande, con numerosos cañones, nosotros al momento empezábamos en nuestros astilleros otros navíos más enormes, hasta llegar á proporciones inverosímiles, que parecían un reto al buen sentido y á todas las leyes físicas.

Nuestros sabios quedaron sorprendidos al ver entre estos últimos a su joven amigo Godofredo Llot. A Moreno le hizo extremada gracia, y se propuso sacar mucho partido cuando fuese por el café. A D. Pantaleón no le hizo tanta por las relaciones especiales que entre ellos habían existido.

Con todos trababa conversación; rasgo curioso: van generalmente descalzos, pero llevan en la cintura, a guisa de puñal, un par de alpargatas nuevecitas. Además, al flanco, la eterna peinilla, el facón de nuestros gauchos, hoja larga, chata y filosa.

Tampoco puedo explicarme cómo los periódicos, que atisban el menor de nuestros defectos para publicarlo inmediatamente permanecen ciegos para el Hombre-Montaña.... Debo confesar, sin embargo, que yo también he vivido en esta ceguera inexplicable, y sólo anoche vi la realidad, gracias á la sugestión de un poeta eminente, el más grande de todos los poetas que hoy existen, y después de esto casi resulta inútil que os diga su nombre.

Y la familiaridad con las ciencias y subsecuente visión por miríadas de imágenes se obtiene profesando, por vocación y con fe, en una casa de huéspedes. «La verdadera universidad de nuestros días asentó Carlyle es una bibliotecaSi Carlyle hubiera sido español, habría dicho casa de huéspedes, que no biblioteca.

31 Y Jacob respondió, y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues dije, por ventura me robarías tus hijas. 32 En quien hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tuviere tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.

Así, por ejemplo, Ariosto escribió El Orlando, y Wieland El Oberon, ya casi en nuestros días.

Todavía recuerdo con escándalo el gesto irreverente y volteriano con que el doctor Vélez se burlaba de ti una noche, dando la nota discordante en toda tu generación literaria. Yo sostengo y sostendré siempre que has hecho a muchos de nuestros poetas: y bastaría reflexionar un poco para notar que todas las manifestaciones sociales se parecían a ti en aquellos días.