United States or Faroe Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tenemos una manera demasiado diferente de concebir el empleo de nuestros días. ¡He reflexionado mucho, he tratado igualmente de conformarme a sus deseos, y encuentro que no me divierto nada, divirtiéndome! Estoy cierta que usted no amaría mucho tiempo a una compañera tan poco aficionada a la gran vida. Créame, hemos equivocado el camino.

Acostumbrado Perícles a la rapidez de la narración de Herodoto, no podría aguantar ni al grande historiador Macaulay, el cual, si hubiera continuado su historia de Inglaterra hasta nuestros días, hubiera tenido que dar a la estampa centenares de volúmenes de la edición Tauchnitz, y hubiera sido menester, hasta para un lector inteligente y asiduo, el empleo de algunos años de vida sólo para leer a Macaulay y enterarse a medias de lo que dice.

Pero en la enfermedad de mi tío se han ido nuestros últimos maravedises; ni aun maleta he podido traer... porque... toda mi hacienda la llevo encima. ¡Diablo! ¡Diablo! pero vos os volveréis al pueblo. ¿Y qué he de hacer allí después de muerto mi tío, por quien únicamente permanecía en el pueblo? De modo, que... Aquí me estaré. ¡Y os venís así á la corte, sin dinero... y aun sin camisas!

Nuestros autores a la moda, no inventarán nada más interesante que la historia de ese propietario campesino que ha dejado su casa para ganar dinero, que vuelve después de veinte años de ausencia, que encuentra a su regreso un ejército de faquines instalados en su casa para galantear a su mujer y comerse su pan y que los mata a flechazos.

Otros mensajeros saqueaban nuestras iglesias y nuestros palacios, llevándose los brocados históricos de casullas y frontales, el tisú y los terciopelos con bordados y aplicaciones, y otras muestras riquísimas de la industria española. Al propio tiempo arramblaban por los espléndidos pañuelos de Manila, que habían ido descendiendo hasta las gitanas.

Venían hablando de comida y de jornal: Yo, viendo que ninguno se meneaba, me planté como un pino ante el maestro, e le dije que, con el salario que él nos daba no alcanzábamos a llenar la olla a los nuestros, e que con la sopa de torrezno y el vil mendrugo de hogaza que de él recebíamos, se nos iba secando la enjundia. ¿Qué os respondió? Respondió: malos monjes seríais vosotros, picaronazos.

Bueno; he tenido muchos hombres. ¿Y ? ¿Crees que no conozco tus vagabundeos por el planeta en busca de mujeres inéditas y sensaciones nuevas?... Los dos hemos hecho lo mismo; sólo que yo no he necesitado correr tanto mundo para saber lo mismo que sabes... Y no tendrás la pretensión de imaginarte, como ciertos hombres, que nuestros casos no son exactamente comparables por pertenecer yo á otro sexo.

Las dalagas iban lujosamente vestidas, montando ligeros caballos. El Gobernadorcillo de Atimonan tenía preparada bajo un bonito kiosko, una suculenta merienda. Lo delicioso del lugar, las frescas brisas del Pacífico cuyas espumas llegaban á nuestros pies, y la armonía de la música que se mezclaba con el eterno y acompasado murmullo de las ondas, nos retuvo más tiempo del que debíamos.

¿Razones? No, amigo respondió el loco, no haré mi cama, no la haré, y acercándosele al oído, añadió con aire misterioso; «no la hagas y no la temas». A este refrán se atienen, sin duda, nuestros cómicos cuando no hacen una comedia. No hacemos la comedia, dicen como el loco, porque «no la hagas y no la temas».

Los tres, al verse, prorrumpieron en un grito de admiración, conociendo el nuevo huésped en los dos viandantes a nuestros Caleb y Catur, y éstos en él al señor Alicak, célebre en sus primeros años por sus malicias y enredos.