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El Santa Ana había tenido en el combate del 21 noventa y siete muertos y ciento cuarenta heridos: se habían agotado los recursos de la enfermería, y algunos medicamentos indispensables faltaban por completo. La desgracia de Malespina no fue la única después del rescate, y Dios quiso que otra persona para muy querida sufriese igual suerte.

En el mes de Julio de 1492 salieron de España por Benavente para Braganza de Portugal, tres mil i mas personas: por Zamora para Miranda de Portugal, treinta mil: por Ciudad-Rodrigo para el Villar de Portugal, treinta i cinco mil: por Alcántara para Marban de Portugal, quince mil: por Badajoz para Yelves de Portugal, diez mil: de forma que de Castilla sola salieron para Portugal, noventa mil judíos.

Las partidas van en aumento. Dicen que el Rey se marcha al ejército del Norte. Si esto no se sostiene, vamos derechos a Don Carlos. Pues crea Vd. que el fanatismo religioso nos envilece ante la Europa culta. Yo a quienes tengo miedo es a los republicanos. Vamos derechos a un noventa y tres espantoso. Todas las malas pasiones se han abierto camino.

Ahi verá usted. Pero, ¿no habría?... Un tercero queda. Bueno; he dicho que quiero casa nueva. No es tampoco de los más altos, caballero; no tiene más que noventa y tres escalones y un tramito. Ya se ve que no es mucho; se baja uno a Madrid en un momento; quiero casa nueva. ¿Pagará usted adelantado? Hombre, ¿adelantado? A nadie me paga adelantado. Pues, déjelo usted.

El hombre acaba por llenar su cabeza con el abigarramiento de toda especie de lecturas; así es que sólo a la prohibición de aquellas que, aun agradables, pueden ser peligrosas, debe confiarse la conservación de las sanas creencias. Ha muerto en Mâcón M. Sigorgne, a la edad de noventa años. Como era un sabio, había sostenido correspondencia con J. J. Rousseau sobre la religión y sobre la filosofía.

Y ši aconteciešše hallarla, de cierto os digo, que mas še goza de aquella, que de las noventa y nueve que noše perdieron, Anši no es la voluntad de vueštro Padre, que eštá en los cielos, que še pierda uno de eštos pequeños. Portanto ši tu hermano peccáre contrati, y redarguyelo entre ti y el šolo: ši te oyere, ganado has

Tiene este edificio cuatro salas muy cómodas y ventiladas en donde anchurosamente pueden acomodarse de ochenta a noventa enfermos: dos de ellas destinadas a enfermedades de medicina y las otras dos a las de cirugía: tiene una Iglesia ovalada con cuatro tribunas y en cuyo retablo mayor está la Asunción. La Casa de Misericordia.

Desparecíla día de la Ascensión del Señor, a las ocho de la mañana, del año de mil y quinientos y noventa y cinco. Traía la niña puestos estos brincos que en este cofre están guardados." Apenas hubo oído la Corregidora las razones del papel, cuando reconoció los brincos, se los puso a la boca y dándoles infinitos besos, se cayó desmayada.

Sólo podía dormir bien cuando se imaginaba haber realizado en el día un buen negocio. Compraba en las subastas miles de botellas procedentes de quiebras. Y él, que apenas bebía, abarrotaba sus cuevas, recomendando á la familia que emplease el champañ como vino ordinario. La ruina de un peletero le hizo adquirir catorce mil francos de pieles que representaban un valor de noventa mil.

Bien es verdad que las más que se hallan no salen tan a gusto como el hombre querría, porque de ciento que se encuentran, las noventa y nueve suelen salir aviesas y torcidas.