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Ya hemos dicho que los bicoles son de raza más inferior que la tagala, y aun la visaya, y buena prueba de ello está en Daraga, en donde si nos es admisible aplicar la palabra caciquismo, diremos que este lo ejercen los tagalos é ilongos allí establecidos.

Sin embargo no será de mas que V. nos lo diga. La igualdad está en que el uno no sea ni mas ni ménos que el otro.

Las horas corrían veloces; pero nosotros no oíamos o no queríamos oír los golpes del reloj sonando lentamente en el silencio y soledad de la noche. Sin embargo, la seca campanada de la una nos estremecía y nos llenaba de inquietud. Aún permanecíamos hablando algún tiempo. Sonaba la una y media... Vete, vete. Cinco minutos nada más. Pasaban cinco minutos, y otros cinco después, y yo no me movía.

Además, el dulce nido no estaba allá, tras los mares, entre el estruendo de París, sino a la espalda, en la tendida sabana, al pie del Monserrat. El Confianza, el más rápido de los vapores del Magdalena, partía a la mañana siguiente. Esa misma tarde nos instalamos todos a bordo.

Por ti y para ti viviré continuó el joven , y escucha: mi vida es tuya; ¿para qué quiero yo un nombre que me aparta de ti? Renuncio á ese nombre, me separo de la mujer que nos impide unirnos, saldré de Madrid, pero saldré contigo, todo por ti y para ti.

Aquí hay un gabinete perfectamente confortable, donde se ponen dientes; allí se restauran las encías; allá nos ofrecen quijadas, ó narices, ó piernas, ú ojos artificiales, todo con una baratura, una comodidad y un buen gusto que encanta.

El hocico de ratón tiene la palabra: ¡Pueda que no me lo crean y es tan cierto como que habemos de morir y la tierra nos ha de comer! Para más verdá fue un día de San Silvestre.... Andarían las brujas sueltas interrumpió el cura de Boán. Si eran meigas o era el trasno, yo no lo : pero lo mismo que habemos de dar cuenta a Dios nuestro Señor de nuestras auciones, me pasó lo que les voy a contar.

Tan rara es, en efecto, que á pesar de nuestras diligentes investigaciones en la Biblioteca Nacional; en la de D. Agustín Durán, hoy de la Biblioteca, y en otras particulares, ricas en obras de esta especie, no nos ha sido posible encontrarla.

Dicen los que entienden de Hacienda, que es menester proporcionarse recursos y que no nos los podemos proporcionar con menos sacrificios. Si esto es así, Dios me libre de criticar al Sr. Ministro de Hacienda.

En el cristal del almacén, escrito con letras negras, se leía un nombre medio borrado: Fermín Itchaso. Entramos en el establecimiento el capitán de la Dama Zuri y yo. Hablé yo con un hombre joven que nos salió al encuentro, y que no comprendía el vascuence. El capitán, paisano mío, no sabía el francés, y quería entenderse directamente con el comerciante.