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¡Lástima que el nombre del anónimo poeta, que se despachó á su gusto en aquellas intrincadas ingeniosidades, no haya pasado á la posteridad!

Y como iba tentando si era allí el mesón, adonde él rezaba cada día por la mesonera la oración de la emparedada, asió de un cuerno, y con un gran sospiro dijo: "¡O mala cosa, peor que tienes la hechura! ¡De cuántos eres deseado poner tu nombre sobre cabeza ajena y de cuán pocos tenerte ni aun oír tu nombre, por ninguna vía!" Como le lo que decía, dije: "Tío, ¿qué es eso que decís?"

PITÓ, siete. Nombre común á la mayoría de lenguas malayo polinesianas, en donde lo vemos variando su primera consonante en h, f, ó p, y su última vocal en o, u, indiferentemente. Marquesano, tahitiano, hitu; sandwich, hiku; samoano, fitu.

En Consuelo se me presentó... ¡un álbum! para que consignase un recuerdo o por lo menos dejase mi nombre. Había composiciones de seis páginas. ¡Para lo que cuesta a un colombiano hacer versos una vez que tiene la pluma en la mano!

Este mandato era en nombre del Exmo. Señor Virey de Buenos Aires, de quien en este particular tenia por cartas sus facultades. Obedecí el mandato.

6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste [será] su nombre que le llamarán: SE

Empleando argumentos ingeniosos, y a ratos la fuerza, pudo calmarle repitiendo lo del loco conducido por locos. Su Majestad no vendrá todavía añadió . Yo te juro por el nombre que llevas que serás el primero que sepa su llegada. Poco después Navarro dormía, y en su febril sueño recibió a Su Majestad, le rindió pleito homenaje; oídas sus órdenes, le llevó consigo al teatro de la guerra.

Nacido en uno muy pequeño de Andalucía tuve yo cierto amigo que, como llegase á ser personaje de gran suposición y de muchas campanillas, cifraba su mayor deleite en mandar á su pueblo todos los años un ejemplar de la Guía de forasteros, con registro en las varias páginas en que estaba estampado su nombre.

Más de cuarenta años habían transcurrido desde la muerte de doña Mencía. Gonzalo Fernández de Córdoba se hallaba de paso para Granada en la ciudad que se honra con darle su nombre por apellido.

Trabajaba gran parte del día en traducciones del inglés o escribiendo artículos para los periódicos de la idea; una faena que le producía lo necesario para el pan y el queso, permitiéndole además auxiliar al compañero que le alojaba en su casucha y a otros compañeros no menos pobres que le asediaban con frecuencia, demandándole apoyo en nombre de la solidaridad.