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En efecto, la alcanzó; pero al tocarla con la mano ya no pudo sostenerse él mismo y ambos rodaron envueltos entre las rugientes espumas del agua. Felizmente Nolo no perdió el conocimiento. Cuando llegaron á otro remanso pudo á costa de grandes esfuerzos acercarse á la orilla y asirse de la rama de un árbol, teniendo sujeta á Demetria con la otra mano.

Coronad mis sienes que ya blanquean con el laurel y el mirto de vuestros elegidos, y que este mi último canto sea el más suave de todos. Haced, musas celestes, que suene grato en el oído de los hombres y que, permitiéndoles olvidar un momento sus cuidados, les ayude á soportar la pesadumbre de la vida. La cólera de Nolo.

Al cabo, después de una larga pausa, Demetria dejó escapar un suspiro y como si saliese de un sueño exclamó: Bueno, Nolo: es hora ya de separarnos. No si tendré tiempo de ir á Lorío á despedirme de Flora y volver antes de la noche. lo tienes. Mira; el sol está muy alto todavía. Demetria guardó silencio y permaneció inmóvil mirando por encima de la paredilla á las altas montañas de Mea.

Arriba está durmiendo... No le despiertes porque tiene malas pulgas el hombre, como sabes... y pudiera ocurrir cualquier chascarrillo. No, no le despertaré replicó Nolo con sonrisa irónica. No sea cosa de que nos mate á los dos. Aguardaré á mañana para decirle dos palabras. Adiós, tío José; buenas noches.

La zagala se postró ante la sagrada imagen de la Virgen, y sollozando, con palabras fervorosas pidió protección para ella y para Nolo: besó repetidas veces el ramo de claveles que éste le había dado y lo dejó á los pies de la Madre de los desconsolados.

Un minuto después ya no había ninguno. ¿Dónde se metieron? Si os llamáis amigos nuestros, ¿por qué no lo demostráis cuando llega el caso? ¿Pensáis que los palos de los de Aller no duelen como los de Lorio? ¿Ó es que solamente somos amigos cuando nos encontramos allá á la orilla del río, y acá sobre los picos ya no nos conocemos? A medida que hablaba, Nolo se había ido exaltando.

Nolo no se amedrenta por el número, aunque era mucho mayor que el de los suyos. Lleno de fuerza y audacia se arroja sobre ellos, dejando escapar de su garganta terribles gritos.

Y la perspectiva de lograr su propósito contribuía más que nada á ponerles alegres. Al cabo llegaron á la Braña. Sólo se componía de tres casas asentadas sobre una pequeña meseta al pie mismo de la Peña-Mea. Cuando el tío Pacho, padre de Nolo, se había ido á vivir allí con su mujer, hacía treinta años, no había más que una mísera cabaña de madera.

Estaba el prado lejos y mientras caminaba hacia allá no cesaba de pensar en el lance murmurando con la penetración que le caractirizaba: ¡Rediós! Lo siento por Nolo, porque al fin y al cabo es un amigo y un mozo cabal.

¡Vámonos! ¡vámonos! exclamó Felicia cogiendo á su hija por el brazo. El tío Goro ya estaba allí también. Adiós, Nolo, hasta mañana. No: yo voy acompañándoles un rato hasta Canzana. Y seguido de sus compañeros se alejó del campo y fué dándoles escolta por la empinada cuesta que conducía al lugar. Demetria se alegró vivamente, se felicitó de que su amante estuviese picado con los de Entralgo.