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=D.= Fiebre puerperal. La fiebre puerperal, especialmente si la causa determinante es una contrariedad ó la cólera, requiere brionia, con la condicion de que la agudeza no haya aun desarrollado fenómenos nerviosos consecutivos, y que el peritoneo esté particularmente afectado.

Estos casos, mas bien nerviosos, presentan con preferencia la sensacion de tension á la tumefaccion, la sensacion de calor quemante que el calor real; no hay dolores á la presion, pero mas ansiedad que dolor.

En este estado, los espasmos no parecen ser otra cosa que sacudidas irregulares de impotentes influjos nerviosos en la trama orgánica amenazada de postracion; la vida lucha con la muerte, por medio de tirones dolorosos, de calambres, de temblores, de quejidos acompañados siempre de una ansiedad estremada, de un pulso pequeño, vivo, concentrado.

Los fenómenos nerviosos atáxicos de las fiebres graves, con los que las virtudes de la belladona tienen relacion terapéutica, son de este número.

Es un prodigio de actividad; sufre accesos nerviosos en que la vida predomina tanto, que necesita saltar sobre un caballo, echarse a correr por la Pampa, lanzar gritos desacompasados, rodar, hasta que, al fin, extenuado el caballo, sudando él a mares, vuelve a las habitaciones fresco ya y dispuesto para el trabajo.

Currita le miraba marchar con el rabillo del ojo, dando de cuando en cuanto nerviosos suspiritos.

El envidioso asombro que aquellos muebles le inspiraban, se traducía en movimientos nerviosos y gestos desabridos; desparramaba las miradas por la estancia, y en seguida se le contraían los labios y se le dilataban las ventanas de la nariz. ¿No era una desesperación que andando por el mundo hombres capaces de gastarse aquello, hubiese mujeres como ella que, aun siendo pródigas de su cuerpo, tenían que vivir entre hambre y remiendo?

Pero si en una época dada de esta fiebre, se postran los centros nerviosos y sanguíneos por la influencia de una conmocion cualquiera, que provoca la alteracion, y la comprueban los fenómenos de inercia cerebral, de estupor, de tifoidismo y aun de ataxia, la indicacion del árnica es natural y precisa.

Sus días estaban contados. La parálisis haría pronto nuevas invasiones y los centros nerviosos no tenían poder para defenderse.