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Para hacer más sensible la escisión de la República en dos fracciones, las provincias litorales del Plata habían celebrado un convenio o federación, por la cual se garantían mutuamente su independencia y libertad; verdad es que el federalismo feudal existía allí fuertemente constituído en López, Santa Fe, Ferré y Rosas, jefes natos de los pueblos que dominaban; porque Rosas empezaba ya a influir como árbitro en los negocios públicos.

Hasta aquí se arregla para llevarnos las cosas, ya que no hay cuartos. Son transacciones lícitas, negocios de buena ley. ¿Quién vos tiene la culpa de ser perros y gandules? Varias voces: Engaños. A llevóme una camisa. A unos brodequines. A los pañuelos. Y pecunia también la esconde, señor franchute. Tiene gato. Tiene gato encerrado. Yo bien donde se acobija.

Los negocios andan mal; en verano no se encuentra trabajo; pero ya llegará la buena época, cuando la gente regrese a Madrid, y entonces pagaré todos los atrasos de una vez. Vaya usted tranquilo, señor de Maltrana. Nada le pido; que Dios no nos abandone, y todos viviremos. Isidro encontraba cada vez más dura y difícil su existencia.

Contra un achaque tan inveterado no qué remedio pueda haber. El arte de producir oro, la Crisopeya, se ha perdido por completo, y ya no tenemos más arte o ciencia en que cifrar nuestras esperanzas, a ver si nos saca del atolladero, que la Economía Política. Dios ponga tiento en las manos de los que la saben y la aplican a la gestión de los negocios del Estado.

Quería hacerlo caer á sus pies, como un adversario aborrecido y apreciado al mismo tiempo. El viejo Foster, que nunca tenía bastantes horas para los negocios, aprobó con alegre laconismo los propósitos de la hija de su amigo. Su cargo de tutor le había proporcionado muchas inquietudes, y celebraba librarse de Mina por algún tiempo.

Los asientos sueltos insistían tal vez en las meditaciones de cifras y negocios que los habían impregnado espiritualmente durante las horas de luz, o miraban con lástima a sus compañeros reunidos con arreglo a las tertulias maldicientes o las atracciones del amor. «Vanidad de vanidades...» Maltrana se fijó en algunos más anchos y profundos, que parecían tener las entrañas quebrantadas, inseguros sobre sus pies, con cierto aire de despanzurramiento.

Escucha y mira; que esta que pasa es su recámara, y en lugar de acémilas van mercaderes y hombres de negocios que llaman, cargados de cajas de moneda de oro y plata, con reposteros bordados encima con las armas de la Fortuna, que son los cuatro vientos, y un harpón en una torre, moviéndose a todos cuatro, sogas y garrotes del mismo metal que llevan, y, con ir con tanto peso, van descansados, a su parecer.

Por lo tanto, por una necesidad ineludible, así como el imán atrae las partículas de acero, del mismo modo nuestro hombre de negocios atraía hacia las dificultades con que cada uno tropezaba.

Ademas hay tantas eventualidades que V. no lleva en cuenta.... Pero ¿qué eventualidades, señor? si nos atenemos á un simple puede ser, nada llevaremos adelante; todos los negocios tienen sus riesgos; pero repito que aquí no alcanzo á ver ninguno con visos de probabilidad.

Creíamos que los hechos, tan claros ya en la mente de todo el mundo, se presentarían al fin en su espantosa gravedad á los ojos del insensato poder, que dirige los negocios públicos.