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Es una ciudad cercada de murallas, feísima y repugnante en su parte muy antigua, pero graciosa y alegre en su parte moderna. Tiene dos bellos paseos con arboledas, uno interior y otro exterior, y algunos buenos edificios notables por su arquitectura, como el hospicio, el teatro y la casa municipal. La Plaza nueva es bonita y curiosa por su elegancia y simetría.

Permaneció siempre en lamentable abandono; pero la última corporación municipal había llevado a cabo en él magnas reformas que le habían valido los aplausos de los espíritus innovadores: un paseo, algunos jardinillos alrededor y una calle enarenada entre los árboles, que le ponía en fácil comunicación con la ciudad.

Tiago que, desde que su hija se hizo monja, manifestaba cierta aversion á los frailes, en un momento de buen humor indújole á que se trasladase al Ateneo Municipal cuya fama estaba entonces en todo su auge. Un mundo nuevo se abrió á sus ojos, un sistema de enseñanza que él no se sospechaba en aquel colegio.

En la prisión municipal de Abreschwiller; nosotros no podemos tenerlos aquí. ¡Bien, bien!; comprendido, Juan Claudio. Y si quieren escaparse en el camino, los atravieso con el sable por la espalda. ¡Eso, ni que decir tiene! Llegaron ambos a la puerta, y Hullin, al ver a Materne, no pudo reprimir un grito de entusiasmo. ¡Eh! ¿Eres , amigo mío?; hace una hora que te busco. ¿Dónde demonio estabas?

Este había tenido que salir en las primeras horas de la mañana para la antigua capital de Blefuscú, pero volvería al día siguiente. Con las máquinas voladoras era fácil dicho viaje, que en otras épocas exigía mucho tiempo. El gobierno municipal de la citada ciudad le había llamado urgentemente para que diese una conferencia sobre el Hombre-Montaña, explicando sus costumbres y sus ideas.

Cuando llegaron a San Bernardino, pensaba la anciana que mejor estaría descalza. «Amri le dijo Almudena cuando traspasaban la triste puerta del Asilo Municipal , no yorar ti... Aquí bien tigo migo... No yorar ti... contentado ... Dar sopa, dar pan nosotras...». En su desolación, no quiso Benina contestarle.

Aunque de espacio en espacio alegran la procesion las notas simpáticas y ricas en colores de las educandas de la Escuela Municipal con la cinta sobre el hombro y los libros en la mano, seguidas de sus criadas, sin embargo apenas resuena una risa, apenas se oye una broma; nada de canciones, nada de salidas graciosas; á lo más bromas pesadas, peleas entre los pequeños.

Desapareció sin saber cómo don Lope; fuéronse, mientras seguía comiendo todo cuanto le ponían delante el juez municipal susodicho, los dos desiguales de Caórnica y los cinco pudientes del Nansa, aguas arriba y aguas abajo de la casona; acabó, al fin, de comer el que quedaba comiendo, y marchóse igualmente, y bien repleto, a su lugar...

Cuando el poeta, conducido en alto por un grupo de jóvenes, fué depositado en el gran balcón del Palacio Municipal, extendió sus manos augustas sobre la plaza negra de muchedumbre y rompió á hablar como en sus mejores tiempos. Pasarán varias generaciones antes que se extinga en el país el recuerdo de este discurso.

Es cosa vista... salvo siempre, y por supuesto, los altos designios de DiosPalabra por palabra, éste era el tema de muchas, de muchísimas peroraciones, casi discursos, del menor de los Bermúdez Peleches, del solar de Peleches, término municipal de Villavieja.