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Ya no pienso en casarme. Estoy dispuesto a ganar un jornal, a arrancar piedras con los dientes, a todo, menos a separarme de ella. Tienes razón. Igual pienso yo. Aquí a su lado soportaré escasez, pobreza, lo que venga: yo también renuncio a la mujer que amo; pero ¿irme lejos, exponerme a que mi madre se muera sin verla? ¡Eso no! Aunque lo mande. Si quieres, márchate .

El Corregidor, enternecido, mandó que asimismo la huéspeda entrase en el coche, y que no se apartase de su hija, pues por tal la tenía, hasta que saliese de Toledo. Así, la huéspeda y todos entraron en el coche, y fueron a casa del Corregidor, donde fueron bien recebidos de su mujer, que era una principal señora.

Pues mira, y no lo olvides: hija que se acostumbra a vivir entre la esquivez y el desamor de sus padres, si sale mujer honrada es por un milagro de Dios. Protestó contra el supuesto la marquesa, e insistió en que, desde que la niña había nacido, se la amaba cuanto se la debía amar.

¡Jorria! exclamó mi tío volviéndose hacia la mujer . Pues pica a poner una luz... pero una luz de vela... ¿Entiendes?

Oyendo lo cual Sancho, dijo: -Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie, no estoy triste; porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y así, no vee lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza.

Era la de los Luna, y aunque alguien hiciese burla del parentesco, allí estaban sus ilustres ascendientes don Álvaro y su mujer, en tumbas monumentales. La de doña Juana Pimentel tenía arrodillados en sus ángulos a cuatro frailes de mármol amarillento, que contemplaban a la noble señora tendida en la parte alta del monumento.

¿Que a me sería imposible probar?... Sepa usted que me encontraba en la hospedería el día en que Miguelina se dio cuenta de su verdadero estado... Precisamente el Príncipe estaba de viaje hacía ya dos meses... ¡Ah! ¡no estaba ella muy alegre entonces, yo se lo aseguro!... Pero como fue siempre una endiablada mujer, supo engañar tan bien a su marido, que éste nunca sospechó nada... Llegó por fin el niño, fue recibido como el Mesías y el Príncipe no se percató siquiera de que el pequeñuelo se le parecía a usted como una gota de agua a otra gota.

Algunas criadas se sonrieron, y el niño, mirándolas en el rostro, exclamó nuevamente, golpeando con el pie en el solado: ¡Yo he de hacer lo mesmo, digo e aún más he de hacer, con la ayuda de Dios e la Virgen! Entretanto, a su espalda, la puerta de la escalera acababa de abrirse y una hermosa mujer, extremadamente pálida, toda vestida de negro, penetraba en la estancia.

Es menester también que los españoles desechen la propensión que tienen, more turquesco, á retirar del teatro á toda mujer guapa, aunque sea casándose con ella y muy santamente.

Nadie las ciencias podría Sin la experiencia saber; Mas no es posible aprender El amor y la poesía: El hacer versos y amar, Naturalmente ha de ser. JARIFA. Si no es siendo tu mujer, Yo no me puedo esforzar.