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Coger palo y dar fuerte, hasta que matar . No me fío, no. Tomar este cochilo añadió el africano sacando del bolso interior del chaquetón una herramienta cortante . Mercarlo yo pa pegar ti... Matar con él, quitar vida . Mordejai no quierer vida... muerte , muerte...».

La mirada se sumerge en ellas sin hallar nada que despierte la atención. Pero lo mismo pasa con ciertos venenos; igual con ciertos filtros que dan la vida. Porque nuestros ojos torpes y limitados no vean los elementos de salud o de muerte que hay en suspensión en ellos, ¿hemos de afirmar que no existen?

Si, como creíamos, había sido encerrado en alguna prisión a ruegos del duque de Arcos, la muerte de éste debía ponerle en libertad. Pero no pareció, y Teobaldo me dijo, desesperado: »Está visto; nuestro amigo no existe.

Ya ves á lo que me allano. Ya ves á lo que me comprometo. Vas á sorprender desagradablemente á Doña Blanca con tu inesperada visita. Vuestra conversación va á tener algo de un duelo á muerte; mas prefiero intervenir en él, ser cómplice en el delito de vuestro espantoso diálogo, á que sucedan cosas peores. Por las ánimas benditas, Comendador, aguarda hasta pasado mañana. Vendrás conmigo.

Y después ¿qué actitud observarás ante la impresión de ciertas emociones? El espectáculo del dolor y de la muerte nos hace sensibles y arriesgas proceder irreflexivamente, influido por la presencia de una novia deshecha en lágrimas.

Este y su mujer siguieron siempre en la corte siendo dechados de elegancia. Inesita, luego que pasó tiempo, filosofó con serenidad acerca de don Braulio y explicó su muerte de un modo satisfactorio para ella.

Y, leyéndola alto, como Sancho se lo había rogado, vio que decía desta manera: Tu falsa promesa y mi cierta desventura me llevan a parte donde antes volverán a tus oídos las nuevas de mi muerte que las razones de mis quejas.

Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Mas venidos los siervos de David en la tierra de los amonitas a Hanán, para consolarle, 3 los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanán: ¿A tu parecer honra David a tu padre, que te ha enviado consoladores? ¿No vienen antes sus siervos a ti para escudriñar, e inquirir, y reconocer la tierra?

La muerte de Felipe IV, ó el principio del reinado de su débil sucesor , forma un paréntesis en la historia del teatro de todo este período, á cuya terminación no sucede, en verdad, un nuevo progreso, ni se escribe nada que iguale en vigor y arte á lo compuesto antes, pero que comprende una época de unos veinticinco años, en que se refleja la vida dramática anterior y demasiado semejante á ella para separarla sin violencia.

Contra los dolores insoportables, contra la necesidad de inquietud y reposo, el sentimiento religioso que prohíbe la muerte voluntaria puede ser ineficaz; el amor, la esperanza de satisfacer una pasión esencialmente vital, reconcilian más prontamente con la vida. Pero ¿qué valía aquella presunción? ¿Cómo servirse de ella para inculpar a dos personas?