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Durante mucho tiempo ni aun se la había ocurrido que debía tener un padre. La idea de que su madre debía de haber tenido un marido sólo se le presentó al espíritu el día en que Silas le mostró el anillo que había sido quitado del dedo de la muerta y cuidadosamente guardado por él en una caja de laca barnizada que tenía la forma de un zapato.

Muerta y todo, su cola se mueve, no siendo prudente en aquellos momentos acercarse á ella. Los pobres brazos de la desventurada, antes calientes por el fuego del amor, vibran aún; parece que no ha dejado de existir y que está buscando á su cachorro.

El padre y el novio fueron los únicos que entraron en el coro con el cuerpo de la muerta. Esta se celebró con gran pompa, contribuyendo a prestar relieve al acto la circunstancia de que Thalberg, que era amigo de Amaury y del doctor, había querido encargarse del órgano, por lo cual, el oficio de difuntos revestía en aquella ocasión los caracteres de un gran acontecimiento artístico.

Prestó a la muerta este servicio piadoso y terrible, y después de contemplarla un instante con muda y dolorosa mirada, cubrió con la sábana a guisa de sudario aquel hermoso rostro helado por el soplo de la muerte. Y entonces los tres, arrodillados y llorosos, oraron en la tierra por la que en el mismo instante también oraba por ellos en el Cielo.

Mi adormecido corazón despierta, y en tus hermosos ojos adivina los mismos ojos de mi madre muerta. No pudieron la ausencia ni el olvido, ni el hielo de tu cruel indiferencia arrancar para siempre esta dolencia del fondo de mi pecho dolorido. La pasión que me tiene enloquecido me consume con honda persistencia, y resurge con súbita violencia ante el prodigio de tu sér querido.

Porque , muerta yo, te quedarás sola..., enteramente sola; y esto, aun con mucho dinero y grandes rentas, es muy triste... En una palabra, hija mía, y para cansarte menos, ese hombre que se necesita aquí, inteligente y rico, no ha de ser un administrador, ni un asociado como otro cualquiera, sino tu marido. ¿Me entiendes ahora?

El horrendo crimen, cometido por orden del Rey, no produce el resultado apetecido, porque la Infanta se niega á dar su mano al asesino, manchada con la sangre de su esposa. El conde de Barcelona se acerca con una armada para vengar la muerte de su hija; un hijo de la muerta es el Almirante, y el Rey tiembla ya en su capital.

Has logrado la celebridad y la riqueza. ¡No parece sino que la sangre es un abono para la dicha! ¿Y vas á despreciar todas estas hermosas condiciones de vida? ¡Vamos! Reflexiona, porque la cosa vale la pena. ¡Me canso de ser una mentira viviente! ¡! ¡Será mejor que seas la sinceridad muerta!

En tanto veinte, treinta, cuarenta hombres subían hacia la plaza de la Cebada propagando aquel satánico evangelio de las cosas malas en el agua. Encontraron a Timoteo Pelumbres, esposo de Maricadalso y padre de la muerta. Oyó este el griterío y soltando las herramientas que llevaba, corrió presuroso a una taberna donde varios hombres disputaban.

Elena suplicaba a su aya le perdonara lo que ella llamaba su culpable olvido de misma, y deploraba de antemano la pérdida de su generosa protectora; Marta, aunque medio muerta de inquietud, ocultaba su emoción para calmar la desesperación de su hija; y darle el valor necesario para soportar el cruel castigo que sin duda la esperaba.