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Porras no pudo refrenar sus bríos, y se metió a periodista, y publicó en «La Era» unos articulillos con mucha sal y pimienta y mucho señor, enderezados a impugnar las nuevas y perniciosas doctrinas.

Lo que es probable, casi seguro, es que el Condesito te ha encontrado bella, airosa y elegante; ha imaginado que eres buena y que estás bien educada, en lo cual no se equivoca, y te admira y le atraen hacia ti curiosidad, simpatía y otros vagos deseos y pensamientos. Te concedo, además, que el Condesito, con su petulancia, que es mucha, se promete triunfos y victorias que no te hacen favor.

¡Ajá! exclamé mirándola con mucha atención, porque precisamente pasaba entonces por delante de nosotros. La mozona, que debió presumir algo de lo que tratábamos el Tarumbo y yo, se puso muy colorada y se sonrió, bajando los ojos al darnos los buenos días. Alabé de corazón el buen gusto de Chisco, y no me expliqué bien el del Topero. Pues ¿qué demonios quiere para su hija? pregunté al Tarumbo.

Además, usted necesita no sólo que la censuren, que la corrijan, sino que la animen también, elogiando sincera y noblemente la mucha parte buena que hay en ciertas ideas y en los actos que usted cree completamente malos.

No satisfecho el gobierno de la capacidad de los hombres de la provincia para desempeñar cargo tan importante, mandó traer de Buenos Aires el año 1815 un sujeto que reuniese, a una instrucción competente, mucha moralidad.

Y como si tuviera mucha prisa, se despidió y repicó otra vez delicadamente sus botas por el pasillo. Salió entonces Narcisa de un escondite con su librote debajo del brazo y en la boca un surtidor de insolencias.

Juanita ha legado, al morir, a su hermana todos los bienes de que ella podía disponer; todos los que poseía en el reino de Nápoles, que son de mucha consideración.

Metieron todos manos á las espadas, y llegaron allí luego el Visorrey y otros muchos. El soldado se desapareció por la mucha gente que había, y se fué á salvar en una casa donde estaba bien secreto si no le vendieran.

Los que le han visto después triunfar en todas partes, juzgarán que no había mucha presunción de su parte en anticipaciones tan felices.

Mucha parte de los indios comercian entre por medio de simples permutas, y los mestizos les hacen pagar cara con sus frutos la moneda de que necesitan para vestirse y pagar sus contribuciones.