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Así es que, sin duda por chiste y para lucir la agudeza de su ingenio, alguien defienda la Inquisición todavía, como por ejemplo, lo hace con mucha gracia el catedrático D. Juan Manuel Orti y Lara, el cual llega á exclamar: «¡Oh dichosas cadenas del Santo Oficio, que tan fuertemente sujetaban al monstruo de la herejía, que no le dejaban libertad alguna para impedir á los ingenios españoles el vuelo que tomaron desde las alturas de la fe por las regiones del saber y de la poesía

Nació en Sevilla el 7 de Abril de 1849 y murió en Madrid, 19 Noviembre 1908. En su ciudad natal publicó, muy joven, su primer libro. Luego varios en Madrid, prologado por Víctor Hugo el rotulado Cantos del pueblo. Por entonces alcanzó Peñaranda mucha boga en la corte como poeta. En Manila estampó cuatro libros: Prosa, Más prosa, Poesías selectas y Por la Patria.

Y también nos llevarán poco dinero, que aquí se come barato. Pero mucha paciencia, amigo mío, que aquí se aguanta mucho. No hubo sin embargo remedio: mi amigo no daba cuartel, y estaba visto que tenía capricho de comer mal un día.

En otra ocasión padecía toda la comarca de mucha falta de lluvias, por lo cual se perdían por instantes las sementeras: imploraron el favor de la Virgen, y luego al punto el cielo, que estaba sereno, se entoldó de nubes y descargó una copiosa lluvia, que fué el total remedio de su necesidad.

Encuentra que soy ignorante, lo que es mucha verdad, y que tengo un entendimiento estrecho y limitado, lo que podrá ser cierto sin que yo me cuenta de ello.

A casa de D. Juan Estrada-Rosa iba a las tres, a la hora del café; con la condesa de Onís tomaba chocolate todas las tardes; por la noche era tertulio asiduo de la señora de Quiñones. Había otras familias que visitaba también con mucha frecuencia.

Así sería dijo la muchacha si yo, desmintiendo la lealtad de mi carácter, no hubiese en esta ocasión engañado a vuecencia. Don Andrés era un hombre de mucha calma y de bastante mundo. Presumió que la muchacha quería hacerse valer, ir cediendo poco a poco y no declararse, desde luego, vencida.

Le ofrezco dos mil francos mensuales, y hacemos un contrato por cinco años. Trátase de un oficio fácil, honrado y horro de fatiga. Siete horas de presencia por día y mucha consideración.

Reíase a esto su madre de todas veras, mientras aseguraba yo a la vergonzosa que había sido mía la culpa, «y a mucha honra»; y de aquí tomé yo base para exponerles los proyectos que tenía: que no pensaran en volver a su casa en unos cuantos días, por no estar el tiempo para ello, y, sobre todo, por necesitarlas en la mía yo para una gran obra de caridad, y se resignaran las dos a acomodarse en mi gabinete, ya estrenado por Lituca.

Viaja no dónde dijo ésta . Estará en Madrid, en San Sebastián ó en Cádiz. Sale con mucha frecuencia; tiene amigos en todas partes... Si yo me he atrevido á llamarte, es porque estoy sola. Y relató la vida que llevaba en este retiro. Por el momento, su antigua protectora la dejaba en la inacción. Se abstenía de ordenarle trabajo alguno: ella misma lo ejecutaba todo, evitando intermediarios.