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Que visten de muzgo y colorado, son muy guerreros, tienen ganados y siembran mucho. Que si los nuestros quisieran ir allá, hallarian mucha oposicion, porque hay muchos indios alzados que lo impiden.

Poniéndose á atravesar un golfo de 700 millas y más, aventuraban perder mucha gente de sed, y así acordaron de venir á Malta y hicieron agua en el Gozo y todo el daño que pudieron en la campaña, matando todas las bestias que hallaron para comer y las de servicio, sin cuatro ó cinco hombres que prendieron.

, iré... pues no respondió Coletilla con mucha ironía. Yo también soy liberal. #Las arpías se ponen tristes#. Mucho le asombró á Lázaro lo que pasó en la casa de la calle de Belén el día después de su excursión á la plazuela de Afligidos, que fué el día mismo de la sesión que hemos referido.

17 Y no con gran ejército, ni con mucha compañía hará Faraón nada con él en la batalla, cuando funden baluarte y edifiquen bastiones para cortar muchas vidas. 18 Pues menospreció el juramento, para invalidar el pacto, cuando he aquí que había dado su mano, e hizo todas estas cosas, no escapará.

«Pero ahora agregó la santa mujer , se me ocurre hacer otra preguntita... Usted tenga mucha paciencia; buena jaqueca le ha caído encima.

Nada, hombre, cuando le veas te convencerás. ¿Pero a quién he de ver? Al... a tu hijito, a tu nenín de tu alma. Te digo formalmente que me llenas de confusión, porque para chanza me parece mucha insistencia; y si fuera verdad, no lo habrías tenido tan guardado hasta ahora.

Un Ecce-Homo, al óleo, á quien cuadraba el refrán de á mal Cristo mucha sangre, era la única pintura que adornaba los muros de la celda. No faltaban, en cambio, otros más naturales adornos.

Por lo que hace á las ocasiones, en que aplica estas diferentes medidas de versos, puede decirse, en general, que cuando el romance está destinado á lo meramente narrativo y á lo que sólo sirve para desarrollar la acción, todos los demás versos se reservan para las estrofas más enfáticas; en lo lírico y en el diálogo florido, se usan generalmente las diversas especies de troqueos rimados; las silvas, en los discursos apasionados y de mucha animación, ó en las réplicas; las octavas, en las descripciones pomposas y en los monólogos, y el soneto, por último, en las comparaciones ingeniosas y llenas de antítesis, ó cuando hablan dos de concierto.

Hacía diez años que había sido trasladado al distrito minero desde un pueblecillo de Álava, y afirmaba que la mejor tierra del mundo era la de las Encartaciones. «Paz, mucha paz; para todos hay vida en el mundo.» Y en santa paz vivía, siendo gran amigo de Aresti, y tomando á broma las doctrinas revolucionarias que el doctor, por aburrimiento, exponía á los ricos de Gallarta después de sus famosas cenas.

Les tiene usted mucha manía, D. Cristóbal. Los militares no dejan de ser útiles. ¡Útiles! exclamó el Jubilado encrespándose. ¿Qué utilidad traen, vamos a ver? ¿En qué son útiles? Hombre, mantienen la paz. La guerra es lo que mantienen. Para librarnos de los ladrones basta la guardia civil. Ellos son los que fomentan el malestar y la ruina de la nación.