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Pusieron en movimiento á los escuadrones auxiliares, que debian venir de los pueblos de Santana, del de San Carlos y de los Angeles, 60, del de los Mártires, 60, del de San Javier, y de Santa María, 30.

Justamente, al cruzar tercera o cuarta vez por delante del balcón apareció en él la gentil chiquita, que al verme hizo un movimiento de sorpresa, acompañado de una mueca encantadora, se echó a reír y se ocultó de nuevo.

Por cuánto tiempo? Cuatro dias. Bien: pasen UU., y al volver á salir recogerán su pasaporte. En hora buena. Estrasburgo es la ciudad mas importante del nordeste de Francia, ya por su comercio y el movimiento agrícola que centraliza, ya por el carácter de plaza fuerte de primer órden, y por sus tradiciones, sus monumentos é institutos como antigua capital de Alsacia.

El Menino, que se hallaba a seis u ocho pasos de distancia, al oír la voz de su dueña, ladeó la cabeza con gracioso movimiento, como para escuchar. Los rayos del sol que caían de plano sobre él bañaban su plumaje amarillo, haciéndole resaltar de tal suerte sobre el color rojo del tejado, que parecía un pedacito de oro animado.

Luego, de pronto, y en muy pocas semanas, su vida mudó por completo de rumbo. En pueblos y aldeas comenzó a notarse extraña inquietud y desusado movimiento, sustituyendo, a las conversaciones sobre el estado del campo o el cuidado de las haciendas, diálogos que expresaban, no temor, sino esperanza de próximos trastornos. Se sabían con indignación cosas irritantes, y se comentaban con ira.

La sangre corría en abundancia por la cubierta y los puentes, y a pesar de la arena, el movimiento del buque la llevaba de aquí para allí, formando fatídicos dibujos.

La añoranza no es en tales casos más que el movimiento un poco más rudo de esos hilos invisibles anudados en las profundidades del corazón y del alma, cuya extrema tensión hace sufrir.

Pero y ¿si el movimiento nace del mismo pueblo y reconoce por causa sus miserias?

Apoya pensativa su rostro en las dos manos, mientras que con un movimiento de vaivén balancea sus codos sobre las rodillas. ¿Y qué te pasa por la cabeza en este momento? pregunta Juan. Ella se pone colorada y se levanta vivamente. ¿A que no me pillas? grita parapetándose detrás de la mesa. Pero, cuando él va a perseguirla, ella se adelanta tranquilamente. ¡Deja!... vamos a hacer algo.

Esta había alcanzado ya una edad que la permitía correr al lado de su madre, y como estaba siempre en constante movimiento desde la mañana hasta la noche, hubiera podido hacer una jornada mucho más larga.