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Ofrecía el hermoso caserón un aspecto lamentable; en la huerta abandonada, las lilas mostraban sus ramas rotas, y una de las más grandes de un magnífico tilo, desgajada, llegaba hasta el suelo. Los rosales trepadores, antes tan lozanos, se veían marchitos. Subió Martín por su calle a ver la casa en donde nació.

Al día siguiente lo primero que hizo el español al levantarse fué buscar los periódicos. Todos se mostraban pesimistas y amenazadores en sus artículos sobre este suicidio, que tomaba la importancia de un gran escándalo parisién, augurando que la Justicia iba á meter en la cárcel á personalidades muy conocidas antes de que hubiesen transcurrido cuarenta y ocho horas.

Vió verdaderos hombres, cuyo aspecto vigoroso no se prestaba á equívocos, y que, sin embargo, marchaban sin el embarazo de las faldas. Estos hombres iban casi desnudos, al aire su fuerte musculatura, y sin más vestimenta que un corto calzoncillo. Todos ellos mostraban la pasividad resignada, la fuerza brutal y sin iniciativa de las bestias de labor.

Es raro que los hombres de guerra que en otro tiempo se mostraban tan cuidadosos de estrangular las ciudades con fortificaciones, hayan tenido delicadezas como la que se revela en Tirlemont, dejando á la poblacion algunos medios de subsistir en caso de sitio.

Todos se mostraban sorprendidos de esta liberalidad, porque Juan no tenía un palmo de tierra donde caerse muerto.

Después le reanimó un pensamiento optimista. Tal vez su amigo estaba vagando por las inmediaciones del pueblo. Aquellos escritos sin terminar mostraban su falta de voluntad.

No era lo peor esto, sino que la niña, tan apagada de genio, tan tímida y silenciosa ordinariamente, sólo con él era atrevida y desenfadada, autorizándose bromitas más o menos inocentes, respuestas y gestos bruscos que mostraban bien claro que no le tomaba en serio.

Sus piernas quedaban algo descubiertas por el arrugamiento de la falda corta; unas piernas finas, que mostraban la blancura de su carne á través de las mallas de seda de color habana. ¿Miras mis medias? preguntó ella, pasando repentinamente de la tristeza á la risa . Fíjate. Eso que llevan al lado no son adornos, son zurcidos. Mi doncella me las arregla muy bien. ¡Qué quieres! Somos pobres.

El vicio es lo mismo que la virtud: el crimen y la bondad valen igual: vivamos y gocemos todo lo que nos sea posible, sin escrúpulo alguno, ya que nadie nos ha de pedir cuentas. ¿Es esta su moral, doctor preguntaba irónicamente el abogado. ¿No es esto lo que se desprende de la ciencia moderna?... Las dos mujeres mostraban su admiración por Urquiola con miradas de lástima al médico.

Ella los acentuaba en cambio briosamente, gozándose en las actitudes donde la esbeltez y la flexibilidad de su cuerpo se mostraban a cada instante de un modo hechicero.