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Cristóbal de Morales escribió una segunda parte de la comedia anterior con el título de La estrella de Montserrat, conservándose también diversas comedias suyas, principalmente religiosas. Jacinto Cordero, llamado generalmente el Alférez, que según parece escribía ya para el teatro á principio de este período, por cuya razón debió acaso ser nombrado en el tomo anterior.

Conocido el principal resorte del propio corazon, y desarrollados tanto como sea posible los sentimientos generosos y morales; es necesario saber cómo se ha de dirigir el entendimiento para que acierte en sus juicios prácticos.

Ni aparatoso, ni solemne, a pesar de estar llenos sus libros de sanas y saludables máximas morales que trasuntaban su anhelo de justicia y de bien, preocupación constante de su vida de escritor. A veces tórnase picaresco, malicioso, agudo, para zaherir el vicio, el prejuicio o la rutina.

Y él le puso en circulación al día siguiente, pues, notadlo bien, entre el descubrimiento del crimen y la detención de Jacobo, pasó un día. ¿Y tratan ustedes de poner en movimiento toda la máquina judicial bajo la fe de un parecido más ó menos cierto? ¡Qué locura! Desde los primeros pasos tropezarán con dificultades morales y con imposibilidades materiales tan serias, que tendrán que detenerse.

Dormía Rosalindo en una pieza grande con siete compañeros más, pero aquella hembra dolorosa, como venía del otro mundo y todos los seres de allá dan poca importancia á las preocupaciones morales de la tierra, se metió entre tantos hombres, sin vacilación, permaneciendo erguida junto á la cama de Ovejero.

Tenía éste pésima idea de los efectos morales de los baños de todo el Cantábrico, y especialmente de los baños de Palomares. La mayor parte de los penitentes volvían de aquel pueblo de pesca con la conciencia llena de pecadillos que, si tratándose de otros casi le hacían sonreír, en la Regenta le hubieran hecho muy poca gracia.

A esto había contestado Serafina con extraña sonrisa: «Pero si tu mujer vive a lo gran señora, despreocupada, y sabe lo que es el mundo...». Esta idea de la tolerancia perversa de su mujer sublevaba los sentimientos morales de Bonis; no admitía la hipótesis. «No; su mujer no podía despreciarle ni despreciarse hasta ese punto». En fin, no transigió.

El jefe español huyó á Urica con la gente que le quedaba para esperar alli á Bóves. Llegó este general algunos dias despues, y el 5 de Diciembre sus fuerzas y las de Morales derrotaban cerca de Urica á Ribas y Bermudez.

El muerto se había despojado de él antes de echarse al río, tal vez por distracción, tal vez por algún otro motivo desconocido de Morales.

Sería inconcebible el cómo se dejó vencer un ejército como el que mandaba La Madrid en Tucumán, con jefes tan valientes y soldados tan aguerridos, si causas morales y preocupaciones antiestratégicas no viniesen a dar la solución de tan extraño enigma.