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Bejucos larguísimos y plantas trepadoras se enredaban por todas partes y corrían de un tronco a otro, formando redes inextricables bastantes para detener a elefantes en su marcha, apresándolos entre sus mallas. Brotaban del suelo monstruosas raíces que serpenteaban acá y allá, como reptiles apocalípticos, haciendo muy difícil el paso en medio de aquella oscuridad.

Aquí todas nacen de pie dijo la Burlada a Crescencia , menos nosotras, que hemos caído en el mundo como talegos». Y la Casiana, afilando más su cara caballuna, hasta darle proporciones monstruosas, dijo con acento de compasión lúgubre: «¡Pobre Don Carlos! Está más loco que una cabra».

En una de ellas había pescado una pata de pulpo de ocho metros de longitud. Además, los estómagos de los tiburones, al ser abiertos, revelaban las formas gigantescas de sus adversarios. Batallas cortas y monstruosas agitaban con torbellinos de muerte las aguas negras y fosforescentes á miles de brazas de la superficie.

Adoraba el mare nostrum lo mismo que el médico Ferragut, pero su entusiasmo no prestaba atención á las naves fenicias y egipcias que con sus quillas habían arado por primera vez estas olas. Igualmente saltaba distraído sobre las trirremes griegas y cartaginesas, las liburnas romanas y las monstruosas galeras de los tiranos de Sicilia, palacios á remo con estatuas, fuentes y jardines.

Los hombres de negocios, al dirigirse á América, le confiaban sus planes estupendos: ríos cambiados de cauce, ferrocarriles á través de la selva virgen, monstruosas fuerzas eléctricas extraídas de cascadas de varios kilómetros de anchura, ciudades vomitadas por el desierto en unas semanas; todas las maravillas de un mundo en la pubertad, que desea realizar cuanto concibe su joven imaginación.

Era como esos mascarones trágicos que en el arte decorativo aparecen echando flores de sus bocas monstruosas. Una de las deferencias más expresivas que Bou tenía con Isidora y su padrino, era ofrecerles participación en los billetes de Lotería que jugaba; pero como había tanta falta de dinero en la casa, rara vez se realizaba la operación.

El humo del Mayon revela que los gigantescos cíclopes de los oscuros antros vigilan al pie de hirvientes lagos las enrojecidas montañas de candentes bloques, cuyas monstruosas y desiguales masas son azotadas de continuo por abrasados torrentes de cenizas y escorias.

De vez en cuando, a ras de la líquida superficie, surgía una mancha negra; las crestas de los cañaverales inundados; las copas de los árboles; vegetaciones extrañas y monstruosas que parecían enroscarse en la sombra. El silencio era absoluto. El río, libre de la opresión de la ciudad, no mugía ya; se agitaba y arremolinaba en silencio, borrando todos los vestigios de la tierra.

El marino preguntó: «¿Quién es Ojo de la mañana?...» Y volvió á decirse mentalmente que Freya estaba loca al saber que este nombre era el de una serpiente amiga, un reptil de lomo cuadriculado que le servía de collar y de pulsera allá en su casa de la isla de Java, entre bosques que exhalaban un perfume irresistible, cubiertos á la luz del sol de flores temblonas y monstruosas semejantes á animales, poblados nocturnamente de fosforescentes estrellas que saltaban de árbol en árbol.

Toda la energía del señor de Elorza se desvaneció de golpe como una sombra al escuchar estas monstruosas palabras. Quedó algunos momentos extático y petrificado, con la mirada apagada, como el que acaba de ver un milagro y no quiere creer a sus propios ojos.