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No podía Velázquez, adelantándose a las exigencias de fidelidad y color local que pide la crítica moderna, dar a los personajes y al sitio el aspecto propio de Oriente que debieran tener.

¡Je, je! rió maliciosamente el confesor. No está mal la resolución. Pero nosotros, esas conversiones de última hora con vistas al matrimonio, las miramos con desconfianza: dan siempre malos resultados. El Padre Paulí es viejo y sabe mucho del mundo para que pueda engañarlo un boquirrubio de esos á la moderna.

Traía yo un tomo de versos, generalmente de Zorrilla. Angelina se encantaba con las leyendas del afamado poeta: «A buen juez, mejor testigo», «La Pasionaria», «Margarita la Tornera». Con ésta, sobre todo, que era para ella lo más hermoso de la poesía moderna. Me parece que veo a la anciana y a la joven muy diligentes y afanosas, oyendo atentamente los sonoros versos.

El senador y su acompañante se admiraron de que esta pasta, que parecía un artículo de tocador, fuese uno de los terribles explosivos de la guerra moderna.

No lograba conmover al auditorio ni lo pretendía, pero demostraba un talento claro y una ilustración poco común en su clase. Porque era de los poquísimos sacerdotes que estaban al tanto de la ciencia moderna, o al menos semejaba estarlo.

Ambas porciones, antigua y moderna, se comunicaban por medio de un puente levadizo, único medio de acceso a la parte antigua de la construcción; en cambio en frente de la quinta se extendía una hermosa y ancha avenida. Era aquella una posesión ideal.

, señorita respondió la Bonnetable lanzando a la pobre Francisca unos ojos furibundos, 2.000 pesos de dote son la miseria... Por otra parte siguió diciendo la dulce solterona, haría falta una fortuna para corregir los desastres de la educación moderna. Las jóvenes actuales están muy mal educadas terminó con una intención que no se ocultó a nadie.

Al siguiente año se alumbró la huerta con gas; y como á sus fulgores se veía muy claro, presentáronse las damas, muy compuestas, á las nueve; no empezaron á bailar hasta las diez; las más rendidas lo dejaron á las doce..., y subió la cuota á treinta reales. Estos despilfarros puede decirse que señalan el comienzo de la era moderna de los bailes campestres de Santander.

Todo era abultado, inmenso, colosal, en aquella urbe disciplinada; hasta la alegría y la licencia, que habían sobrevenido como resultados del triunfo. Y la mestiza de alemán y de criolla hablaba con nostalgia de la vida nocturna de Berlín, de todo lo que había conocido y gozado en su absoluta libertad de «señorita educada a la moderna».

Allí veis calles espaciosas, limpias y bien niveladas, casas elegantes, bonitos hoteles, edificios monumentales, tiendas vistosas y cafés bulliciosos, en fin, la ciudad moderna y confortable.