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Inútil es representar alguna vez buenas obras, y hacer lo mismo en seguida con los miserables engendros dramáticos cuotidianos, El Rey Lear una noche, por ejemplo, y á la siguiente, servir otro manjar de puro aparato, repugnante al buen sentido, inventado por el gastrónomo Bremer y preparado para la escena por Birch-Pfeiffer, ó dramatizaciones aún más despreciables de las malas novelas francesas, que manchan ahora nuestra escena avergonzando á todo buen alemán, porque la impresión bienhechora de la primera quedará anulada, doble y triplemente, por el efecto perjudicial de las últimas.

Aquí se mantuvieron gordas las boyadas y caballadas de la referida expedicion, y se mantendrian del mismo modo, aunque fuesen tres tantos de ganados.

Pero lejos de indignarse, rompía en elogios del tío Alcaparrón, un hombre de iniciativas que, cansado de pasar hambre en Jerez y verse en peligro de ir a la cárcel siempre que se extraviaba un asno o una mula, se había echado al hombro la guitarra, no parando con todo su «ganao», como él llamaba a las hijas, hasta el mismo París.

Por eso el dramaturgo es incapaz de amar verdaderamente. Hay una paradoja del dramaturgo; es la misma que Diderot llamó paradoja del comediante. La emoción no se comunica, sino que se provoca. Para provocar una emoción hay que mantenerse frío. Hacen llorar los actores que saben fingir el llanto. Los que lloran de veras, hacen reír. Lo mismo con el dramaturgo.

Esto es asombroso; esto no se cree antes de pensar y de ver con cuidado lo que sucede; pero sucede realmente; es una verdad; una verdad que anda por todo el mundo; una verdad que reconstruye, por decirlo así, el sistema de todos los pueblos, aun el de aquellos pueblos que muestran más tenacidad en hacer del tiempo presente un centinela del tiempo pasado. ¿No veis movimiento en la India, en el mismo Japon, aun en el propio imperio Chino? ¿No veis que ese Japon abre sus puertos á las naves de ciertas naciones, profanando el misterio tradicional que la religion atribuye al legado de Sinto, á su oculto y divino Diari? ¿No veis agitarse la atmósfera en la China, en ese vastísimo imperio, en ese inmenso hogar de centenares de millones de criaturas? ¿No advertís como cierto vaiven, cierta oleada, en el ambiente de ese pueblo, convertido, hace miles y miles de años, en un guardian que contempla con ojos desencajados la urna veneranda de sus tradiciones? ¿No hallais algo extraño, sumamente extraño, en esa China, en esa segunda humanidad, en esos hombres cubiertos de polvo; el polvo que ha debido dejar detrás de la pisada autómata de tantos siglos?

El también, pensando en su hijo, se lamentó como la esposa: «¿Por qué habremos venido?...» El también, con la solidaridad del dolor, compadeció á los del otro lado. Sufrían lo mismo que ellos: habían perdido á sus hijos. Los dolores humanos son iguales en todas partes. Pero luego se revolvió contra su conmiseración.

Pero la descarga que esperaban no se produjo. Una barca mandada por un vigilante y tripulada por doce remeros se destacaba de la costa é iba á colocarse entre los fugitivos y los tiradores canacos. Al mismo tiempo la lancha de vapor del yate forzó su máquina en dirección de los nadadores.

El éxito de tales composiciones, al representarse, como es fácil de presumir, era muy escaso, á pesar del empeño mostrado por los críticos de calificarlos de obras maestras. D. Tomás de Iriarte, en particular, se consagró en este mismo tiempo á trasplantar á España dramas franceses; también escribió muchos de la misma clase, si bien no pudo lisonjearse demasiado de sus no aplaudidos trabajos.

El sol, como una inmensa urna de fuego, salia de entre las ondas, envuelto en una auréola de colores resplandecientes é inasibles á la vista, confundiéndose al mismo tiempo en el cielo y en el océano, de manera que las dos faces del horizonte, la de arriba y la de abajo, formaban una sola.

Nombra a todos los soldados generales, como quieren algunos, y se acabó el ejército; haz a todos los jefes soldados rasos, como piden otros, y no habrá quien dirija; total, el mismo resultado. Pues esto aplícalo a los paisanos, y comprenderás por qué pienso yo como pienso.