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De vez en cuando, mi mirada, abandonada al declive como todos esos objetos flotantes, se remontaba más allá para dejarse arrastrar por una nueva procesión de trozos de caña y otros fragmentos rodeados de espuma.

Exploró la calle con una mirada hostil... «¡NadieSu deseo era encontrarse con los enemigos de que hablaba aquella mujer, para desahogar la cólera que sentía contra mismo. Estaba avergonzado y furioso por su pasajera debilidad, que casi le había hecho reanudar la antigua existencia. En los días sucesivos se acordó repetidas veces de la banda de refugiados que obedecía á la doctora.

Libres del sistema de explotacion, sin despechos ni desconfianzas; el pueblo trabajará porque entonces el trabajo dejará de ser infamante, dejará de ser servil, como imposicion al esclavo; entonces el español no agriará su caracter con ridículas pretensiones despóticas y, franca la mirada, robusto el corazon, nos daremos la mano, y el comercio, la industria, la agricultura, las ciencias se desenvolverán al amparo de la libertad y de leyes sabias y equitativas como en la próspera Inglaterra...

Me turbé horriblemente; no pude soportar ni la dulzura de aquella mirada ni la penetración de su ternura; no qué confusión se apoderó de ante la vaga interrogación insoportable que ella expresaba. Déjeme, se lo ruego, querida tía le dije. Y subí precipitadamente a mi habitación.

Fértil región, alhaja desprendida de las ondas de un mar que no te arredra, entre árboles gigantes escondida y entre murallas de granito y piedra. Mas , Cristóbal, por el ancho espacio lanzando tu mirada, de ricas esmeraldas y topacio labrada viste la inmortal aureola, que la sien del hispano tornasola.

Reclinada en la pared del antepalco, desordenadillo el rizoso pelo, acarminadas las mejillas y voluptuosa la mirada, estaba realmente encantadora. Don Juan, medio enloquecido, dijo: ¿Eres Cristeta, o eres un tigre que está jugando con mi felicidad?

Era indudable que caíamos en plena escena de familia. La abuela y yo cambiamos rápidamente una mirada de estupor, pero era imposible retroceder. El salón de los Brenay, siempre tan animado, tan alegre, tan en armonía con los gustos de los dueños de la casa, me pareció ensombrecido por negras nubes cuando tomé posesión de una silla al lado de Petra.

De pronto se detuvo, con una sensación de sorpresa y dolor, como si acabase de recibir un golpe en el pecho. Por la amplia escalinata que pone en comunicación á ambas terrazas descendía una pareja. Su instinto los reconoció á los dos antes que su mirada. Un militar, el teniente Martínez... ¡y ella!

Apenas se encontraba con la mirada vidriosa de Febrer, corría a una mesita cubierta de botellas y vasos. Su cariño manifestábase con un incesante deseo de hacerle beber todos los líquidos ordenados por el médico. Cuando Jaime, en su turbio despertar, encontraba el rostro de Margalida, sentía una impresión placentera que le ayudaba a mantenerse con los ojos abiertos.

Vale más que sean los que están medio muertos que no nosotros, que aun tenemos mucho que hacer. Los marineros del brick oían esta conversación y comenzaron a murmurar: No queremos abandonar a nuestros camaradas. Kernok paseó sobre ellos su mirada de águila, puso su hacha bajo el brazo, se cruzó las manos a la espalda y dijo con voz imperiosa: ¿Eh? vosotros... ¿no queréis...?