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Si bien la población cristiana no hace otra clase de comercio que la venta al menudeo de las ropas, bebidas y comestibles para el consumo del elemento militar y civil, los chinos tienen, tanto en Pollok como en Cottabato, grandes comercios que les sirven como punto de partida para el importante tráfico que sostienen con los moros del interior.

Así, los obreros de Paris al trabajar en esas vastas fortificaciones, no hicieron otra cosa que asegurar la clausura de la ciudad, poniéndola bajo el poder de una presión militar. Tal es siempre el resultado de las fortificaciones.

D. José Bagué. D. Juan Antonio Hernandez. Tenientes. D. Francisco Macedo. D. Felipe Galves. Alfereces. D. Gerónimo Gonzalez. D. Domingo Lorenzo. Ayudante. D. Bernardino Galves. Capellán. El presentado, Fray Juan Simon Rodriguez, del órden militar. Todos los expresados, á excepcion del capellan, son vecinos de la jurisdiccion de la Villa de Nuestra Señora de Lujan.

Ahora le entusiasmaba que todos los franceses participasen de la misma suerte, sin distinción de clases. Todos mochila á la espalda y comiendo rancho. Y hacía extensiva la militar sobriedad á los que se quedaban á espaldas del ejército. La guerra traería grandes escaseces: todos iban á conocer el pan ordinario.

Ya es menester, sin que os lo ruegue, ó mande, Que cada qual como guerrero experto, sin que por su capricho se desmande, La orden guarde y militar concierto, Y acuda á su deber como valiente Hasta quedar, ó vencedor ó muerto. En esto por la parte de poniente Pareció el escuadron casi infinito De la barbara, ciega, y pobre gente.

Los papeles están cambiados: el gaucho toma la casaca; el militar de la independencia el poncho; el primero triunfa; el segundo va a morir traspasado de una bala que le dispara de paso la montonera. ¡Severas lecciones, por cierto!

Hay, además, intrigas amorosas, escenas de la vida militar, etc. La comedia El animal profeta , ó la vida de San Julián, pertenece á este mismo género excéntrico y arbitrario; pero á lo menos hay en la acción más unidad y enlace entre sus diversas partes.

Salió bien la traza, porque los nuestros faltos de dinero, se entraban por las aldeas y pueblos grandes, y se hacian contribuir, y en hallando resistencia, con la acostumbrada licencia militar maltrataban de manos y de lengua á quien se les oponia.

Hay que tener perseverancia y fe, esperar á que la libertad sus frutos y no condenarla desde el primer día. ¿No sería loco el que plantando un árbol le arrancara desesperado al ver que no echaba raíces, crecía y daba flores y frutos al primer día?" Es probable que el militar no empleara estos mismos términos; pero es seguro que las ideas eran las mismas.

En casa de M. Duperron pasamos la noche en continua alarma, pues M. de Lambert, su yerno, se encontraba de servicio militar en el palacio de Versalles. La esposa, los hijos, toda la familia, en fin, temblaban por su vida. Después de algunos días pasados en Chatou, nos dirigimos a Lyón sin pasar por París, acompañándonos Mme. Montbriand. Esta señora había sido como yo, canonesa de Salles.