United States or Guinea-Bissau ? Vote for the TOP Country of the Week !


¿Conque ha estado usted enamorada de un militar? preguntó con graciosa volubilidad Emilita, dirigiendo al mismo tiempo una mirada provocativa a Núñez. Pues ha tenido usted bien mal gusto.

El militar es el príncipe Lubimoff: un Lubimoff que parece más fuerte, más sereno y decidido que el del año anterior, á pesar de su brazo artificial. La cabeza tiene las mismas canas de antes, discretamente esparcidas; pero el bigote, al crecer libremente, ha surgido casi blanco. Las patillas del coronel son de la misma tonalidad.

¡Clara, Clara! exclamó el fanático desde dentro con voz fuerte." Clara cerró la puerta, y el militar se quedó cortado y aturdido en la escalera. Su primer intento fué llamar otra vez, llamar hasta que ella saliera; pero reflexionó en lo imprudente de semejante conducta. Bajó con lentitud. ¿Qué misterio hay en esta casa? decía para .

¿Qué? ¿qué hay? dijo Clara con interés. Que aquel caballerito del otro día ... pues ... el señor militar ... me paró en la esquina. ¿Y á qué me importa eso? Que dice que viene acá. ¡Jesús, acá! ¿Y á qué viene acá? Estamos solas. Pues es un caballero muy cumplido. ¿Si? Pues no me he fijado. ¿No le vió usted el otro día aquí ... cuando el señor vino malo?

Permaneció impasible, mientras en su interior empezaban á despertar todas las inquietudes que le habían agitado en los días anteriores. Siguió hablando el capitán. Los tiempos eran de guerra, y debían aprovecharlos. Para los dos no representaba una novedad transportar cargamentos de material militar.

Sus padres, que ven por fin decididamente que no hay forma de hacerle abogado, le hacen meritorio; pero como no asiste a la oficina, como bosqueja en ellas las caricaturas de sus jefes, porque tiene el instinto del dibujo, se muda de bisiesto y se trata de hacerlo militar: en cuanto está declarado irremisiblemente mala cabeza se le busca una charretera, y si se encuentra ya es un hombre hecho.

Es decir, que el toque estaba, como el toque del ejército militar, en llevar nuestro expediente tantos o cuantos años de servicio.

Lubimoff no puede contener su extrañeza. «¿Aquí?...» Ve un túmulo de tierra sin adorno alguno, sin nada que lo diferencie de los otros, y que no le infunde ninguna emoción. Mira con inquietud á su acompañante. ¿No se habrá equivocado?... ¿No estarán ante la sepultura de un pobre militar muerto de sus heridas?

Es un militar hábil y un administrador honrado, que ha sabido conservar las tradiciones europeas y civiles, y que espera de la ciencia lo que otros aguardan de la fuerza brutal; es, en una palabra, el representante legítimo de las ciudades, de la civilización europea, que estamos amenazados de ver interrumpida en nuestra patria. ¡Pobre general Paz! ¡Gloríate en medio de tus repetidos contratiempos! ¡Contigo andan los penates de la República Argentina!

Aquella noble vida se había extinguido a los cuarenta y cuatro años de edad, después de veintinueve de honrosos servicios en la armada, como sabio, como militar y como navegante, pues todo lo era Churruca, además de perfecto caballero.