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MODO DE HACER EL HOJALDRE. Se pone por partes iguales manteca y agua, y cuando está hirviendo se echa la harina de modo que se escalde; se hace una masa fina, se adelgaza con el rollo y se mete el relleno de la empanada, doblándolo y dándole forma con la ruedecita.

A veces se mete en mi cuarto cuando estoy durmiendo, para comunicarme una de las innumerables martingalas que acaba de descubrir, y tengo que amenazarle con una zapatilla. Guarda en su habitación, entre los cuadernos de música, rimeros de hojas verdes que contienen día por día todo un año de juego en las diversas mesas del Casino... Está loco.

Lo que hay, muchacho, es que, por lo mismo que les quiero tanto, me preocupa su suerte y no puedo ver con tranquilidad cómo Antonio se mete de cabeza en tan peligrosas aventuras. ¡Ay, mi pobre tienda! Tiemblo al pensar que puede ser deshonrada para siempre. He oído decir que los marinos viejos sienten una pasión loca por el barco en que han pasado su vida. Lo mismo soy yo con Las Tres Rosas.

TERNERA EN FIAMBRE. Se hace un picadillo de ternera y jamón; se mezcla especias y vino blanco, haciendo una masa; se coloca en una tartera baja, formando un rollo, y se mete al horno; cuando está a punto se separa del fuego y corta a ruedecitas.

Nada, mujer; que la quiebra de Schlingen ha sido la piedra que ha derrumbado el castillo de mi fortuna; tengo que pagar mis propias pérdidas y las de ese pícaro muchacho, que va a sentir mi mano de firme; ¿de dónde sacar el dinero? porque hasta ahora mis ganancias en la Bolsa no se han convertido en moneda contante: se sale de un negocio, se mete uno en otro: aquí pierdo, allí gano, y así hasta que se cae de pie o de cabeza. ¿De los Bancos? han dado tanto, que no fian ya un centavo, y a un deudor, como yo, no se le sigue prestando; acudí al portugués don Raimundo, y me he dejado chupar la sangre, ¡si vieras! pero, para lo que yo debo, esto es un grano de anís.

¡Que si le he tomado cariño!... Mira, no me iría a vivir a la casa más hermosa de Estrasburgo aun cuando me dieran dos mil libras de renta. Hace veintitrés años que guardo aquí mis mercancías: azúcar, café, pólvora, tabaco, aguardiente; todo se mete ahí. Tengo ocho caballerías siempre de camino. Pero no disfrutas de nada.

De modo que dejándola que se explaye a su gusto en todo lo que sea el mete y saca de la vida doméstica, podrás conservar tu independencia en lo demás. No si me entiendes ahora; pero ya te lo explicaré mejor. En último caso, si algún día tuvieras un choque con ella, te plantas y le dices: «ea, señora, yo no me meto en lo que es de su incumbencia de usted.

PASTEL DE MERLUZA. Se toma medio kilo de merluza fresca, se quitan las espinas y la piel y se pica. Se fríe un cuarto de lata de tomate, se pasa por un pasador y se rehoga en él la merluza. Se baten tres huevos enteros, se mezcla bien con la merluza, y en un molde se mete al horno hasta que se dore, sirviéndose con salsa mayonesa. Se preparan aparte filetes de merluza sin espinas ni piel.

He de confesar que el libro estaba lleno de polvo. ¿Es que el clérigo no lee tampoco? Luego que han platicado un rato, el clérigo coge su bastón, se pone el sombrero, y él y Azorín se marchan. Antes de marcharse, el clérigo llena la petaca de tabaco, tomándolo de una caja que hay sobre la camilla, y se mete también en el bolsillo un libro pequeño.

MERLÍN. Y ¿quién le da á usté vela pa este entierro? ALCALDE. ¡Canario!, que haya orden, ó hago una barbaridad. MERLÍN. Yo estoy aquí de hombre bueno, y puedo hablar lo que me la gana. SECRETARIO. Cuando á usted le toque, y en sentido pacífico.... MERLÍN. Que le digo á usté que se mete en camisa de once varas. SECRETARIO. Y yo repito que usted se extralimita.