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No quiero, sin embargo, hacer un trabajo erudito, sino una meditación filosófica. Los poetas satíricos, los novelistas, los autores de comedias de todos los pasados siglos, han dado muestras de que en la época en que vivían se estimaba más el dinero que en la presente. Aun los mismos refranes, antiquísimos vestigios de lo que se llama sabiduría popular, vienen en apoyo de lo que digo.

Sería su viaje de novios como un vuelo sin fatiga por un desierto azul; sería la posesión pacífica y suprema de todos los goces del amor, en un olvido absoluto de la tierra, en una excelsa meditación sin turbaciones, en una vida nueva, sin límites, sin horizontes, inmensamente feliz.

Después, aún se sentaba otro rato a confesar, y se iba a casa. Hasta la hora de comer, estudio, meditación, rezo. Después otra vez a la iglesia: rosario, enseñanza de doctrina, arreglo y aseo del templo. Desde que él llegó, éste comenzó a estar limpio y decoroso. Sin reprenderle, logró con el ejemplo, echando él mismo mano al plumero y a la escoba, que el sacristán cumpliese con su deber.

Sannini y el Papa murieron, mientras fray Horacio, ignorando por completo el hecho de que residía sobre una verdadera mina de fabulosa riqueza, continuó viviendo aquí por espacio de dieciséis años, hasta que murió, y yo le sucedí en la ocupación de la celda, donde paso casi seis meses todos los años en meditación y orando.

Había pasado algunos minutos en aquella meditación cuando un rumor de voces vino a herir los oídos de Catalina, la cual, volviéndose, vio a Hullin y a los tres contrabandistas, que hablaban gravemente entre , al otro lado de la meseta. Los interlocutores no se habían dado cuenta de su presencia y parecían enfrascados en una discusión importante.

Así se ha procurado obscurecer el mérito de Colón hasta en las observaciones que eran propias de su situación é hijas de su meditación y conocimientos

A veces un cazador ó un bandolero penetraba en la caverna y turbaba el descanso del poderoso anciano. Este levantaba lentamente la cabeza, hacía una pregunta al tembloroso visitante y después volvía á su interrumpida meditación, diciendo al suspirar: «¿Todavía no?» ¿Qué esperaba para morir en paz?

He vacilado y vacilo aún en publicar esta Meditación, harto rara; estos desordenados pensamientos míos, que la angustia en que vivimos y el terror que infunde en algunos corazones la ciencia económica española, me han inspirado, sin poderlo yo remediar.

»En primer lugar me recordais que veras sino tan solo por una mera ficcion, he desechado las ideas ó los fantasmas de los cuerpos para concluir que yo soy una cosa que pienso, por temor quizás que yo no crea que se sigue de esto que yo no soy sino una cosa que pienso; mas ya os he hecho ver en mi segunda Meditacion que yo me acordaba de esto, ya que decia lo siguiente: «pero puede suceder que estas cosas que yo supongo que no son, porque no las conozco, no sean en efecto diferentes de á quien conozco; no nada de esto, no me ocupo de esto en la actualidad.»............................................... ......................................................................

Ahora le tocaba á ella libertarle, como él lo había hecho sacándola de la servidumbre, y una voz interior le sugería la idea y presentaba á su imaginacion un horrible medio. ¡El P. Camorra, el cura! decía la voz. Julî se mordía los labios y quedaba sumida en sombría meditacion. A raiz del crímen de su padre, habían preso al abuelo esperando que por aquel medio aparecería el hijo.