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Eran las tres de la tarde de aquel día sofocante; las iglesias echaban a vuelo sus campanas, los cohetes y las bombas estallaban en el aire sin interrupción. A medida que la tropa desembarcaba, los batallones iban formando en el muelle la columna.

Se había sentido penetrado de arrepentimiento y con la resolución necesaria para reparar su falta, en toda la medida que el tiempo podría consentírselo.

Por último, de diciembre á marzo, el Sol seguirá marcha inversa, acercándose de nuevo al ecuador, é irá ocupando á la hora de las doce alturas cada vez más elevadas; el día crece entonces á medida que mengua la noche, hasta que el equinoccio de fines de marzo restablece la igualdad.

Á medida que el río de Binondo camina á su desagüe, aumenta el movimiento en sus orillas y en sus corrientes.

En cuanto á lo del traje continuó , estos señores tendrán que esperar á que el Hombre-Montaña se haya levantado, si es que no prefieren tomarle medida mientras está tendido en su cama.

Si son los mismos, parece que se sigue un absurdo; si no lo son, la medida no es primitiva. La dificultad de separar estas ideas, la íntima trabazon en que se las encuentra unidas por un lado, cuando se las separa por otro, confirma esta conjetura. Hagamos la prueba. ¿Cuánto tiempo ha pasado? dos horas. ¿Cómo lo sabemos? por el reloj, ¿Y si él se hubiese adelantado ó atrasado? la medida no sirve.

Y tomó por una puerta y se encontró en un corredor obscuro. Y adelantó sin hacer ruido como una sombra. A medida que se acercaba á una puerta oía dos voces. La de un hombre y la de una mujer. Adelantó hasta la puerta, llegó y se puso á escuchar. Por esta razón, cuando el sargento mayor fué á entrar por aquella puerta, se encontró con el bufón. ¡Ah!

Lo del señorito Santa Cruz, siendo tan desastroso, lo refería con prolijidad y aun con cierta amarga complacencia; pero lo de Juárez el negro salía de sus labios como una confesión forzada o testimonio ante tribunales, de esos que van quemando la boca a medida que salen. ¡Cuánto le pesó ponerse en manos de aquel hombre! Era un perdido, un charrán, una mala persona.

Pero como su celo y arreglada couducta, con las muchas limosnas que hacia, y los infinitos intereses de obvenciones que continuamente los perdonaba, le hubiesen hecho muy amado de todos, salvó la vida; y libre ya de sus opresores, pasó sin pérdida de tiempo á la capital de la provincia, dondo entró bañado en su propia sangre, y presentándose en la plaza mayor, sin haber hecho otra diligencia, que ponerse en la herida una medida de Nuestra Señora de Copacabana, rodeado de un numeroso concurso, exortó á los circunstantes, diciendo: ¿Donde está la lealtad y religion de los Cochabambinos, que no evita tantos daños y sacrilegios?

4 Pero entre vosotros y ella haya distancia como de la medida de dos mil codos; y no os acercaréis a ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. 5 Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque el SE